Y en este 2018…

He aprendido que las cosas importantes de la vida no se pueden cuantificar, cronometrar, medir o acelerar. (Judy Wacjman; Esclavos del tiempo. Vidas aceleradas en la era del capitalismo digital; Paidós, pag. 10)

Ahora, intentaremos poco a poco, mejorar su puesta en práctica en el 2019. Estaré, de hecho, cada vez menos por aquí y por esos mundos virtuales… y más por los palpables reales.

 

Barcelona ¿un modelo de plan de lectura?

En fechas recientes, el ayuntamiento de Barcelona ha presentado un Plan de lectura, coordinado por Óscar Carreño, sobre el que se venía trabajando, por lo que me consta, desde hace unos cuantos meses y que lleva por nombre Programa de Acción Lectora de Barcelona, una forma, quizás, de demostrar que el movimiento se demuestra andando y de que hay ya muchas cosas que se están haciendo sobre las que merece la pena poner el acento, ordenarlas y relacionarlas.

Las personas que lo han elaborado lo explican con claridad:

  • Acción: son propuestas concretas que encontrando sus objetivos y su desarrollo en una reflexión previa, se materizalizan de manera concisa y detallada en el tiempo.
  • Lectora: porque define  el ámbito de actuación del programa. Se quiere incidir sobre la promoción y el fomento de la práctica lectora, abarcando todas sus vertientes y focalizando en todas las franjas de de edad y las realidades sociales del territorio.

Me alegra que el mismo vea la luz.

12 bloques de acciones, 37 agentes claves y, por supuesto los lectores actuales y futuros son piezas claves en el mismo. Hay un claro guiño a tres tipos de agentes en particular: bibliotecas, librerías y diferentes entidades culturales que realizan una actividad de fomento con gran intensidad.

Habrá que esperar a ver los resultados.

“Aquí se trata de provocar la lectura: ni es una campaña de compra de libros ni de comunicación y jugaremos con todo y con todos: papel, libros digitales, audiobooks, 33 de las 40 bibliotecas municipales, 29 escuelas de primaria, decena y media de institutos de secundaria, residencias de la tercera edad, deportistas profesionales, un centenar de escritores, librerías, editoriales y las dos superilles

 

Modelos de políticas culturales. Observatorio Vasco de la Cultura

El Observatorio Vasco de la Cultura ha publicado un nuevo informe que aborda en esta ocasión los Modelos de políticas culturales.

En la presentación del mismo se señala:

En todo caso, lo que se puede afirmar es que detrás de cualquier acción pública existe una intencionalidad política sujeta a unos determinados objetivos y finalidades. Y de acuerdo a los distintos objetivos, pueden establecerse diversas tipologías de las políticas culturales.

Aunque los organismos internacionales como la UNESCO o la Unión Europea trazan las coordenadas que marcarán el rumbo de las grandes líneas y orientaciones, dando lugar a una cierta homogeneización de los elementos sustantivos de las políticas, las diferencias en su aplicación a través de los instrumentos de intervención, en las fórmulas de apoyo y en los recursos financieros destinados a la cultura dan lugar a modelos de gestión diversos. Éstos son el resultado de la respuesta de la política cultural a la tradición, la idiosincrasia y al contexto ideológico, económico y social de cada territorio.

El objetivo general del estudio consiste en analizar las políticas públicas culturales y las diversas fórmulas para implementarlas: a qué responden y cómo se materializan las diversas expresiones institucionales y los instrumentos que se aplican.

El informe se organiza en dos grandes capítulos. El primero, más teórico, se dedica a contextualizar las políticas culturales a partir de los distintos modelos, claves y dilemas de análisis. El segundo capítulo, más operativo, se dedica a describir las herramientas que se aplican para intervenir en cultura tanto desde el punto de vista estratégico como desde su gestión.

Acceder al informe completo.

Aquí os dejo 10 notas-citas del mismo:

  • Las estructuras organizacionales y de decisiones dejan entrever las decisiones relativas a los contenidos y las prioridades estratégicas.
  • La actuación pública en cultura tiene un importante acento político. Los límites entre la ideología y el terreno profesional son difusos. Una de las vías para delimitar esos espacios son los desarrollos normativos.
  • En España, la cultura es un ámbito caracterizado por la ambigüedad en cuanto a la delimitación de las actividades propias de cada nivel de la administración.
  • En el ámbito de la cultura, el análisis de los modelos de políticas públicas está condicionado por una serie de elementos clave ligados al desarrollo competencial de los distintos niveles administrativos, a las prioridades, a la toma de decisiones y a la financiación.
  • La cultura es un espacio de confluencia de intereses, objetivos y expectativas.Un marco en el que coexisten distintas dimensiones (intrínseca, extrínseca e institucional) y diversas lógicas (pública, sectorial y comunitaria). Así, las prioridades ponen el acento en una o varias de estas dimensiones con combinaciones de geometría variable.
  • La financiación es el espejo de las políticas culturales. Su componente más palpable por ser el que materializa las estrategias y los programas.
  • Es preciso puntualizar el interés creciente de las instituciones culturales por llevar a cabo políticas de públicos cada vez más incisivas y más ambiciosas. Conscientes de la importancia de ampliar, profundizar y enriquecer su relación con los públicos, existen iniciativas interesantes con planteamientos más transversales.
  • Las administraciones públicas han tomado conciencia de la importancia de apoyar la creación si se pretende crear un caldo de cultivo abierto y plural en el que las propuestas más experimentales y alejadas del mercado tengan su sitio. Los programas de fábricas de creación, las ayudas específicas destinadas a la creación, las residencias, la internacionalización de artistas, etc. reflejan esta sensibilidad.
  • Los nuevos sectores añadidos (industrias creativas) traen consigo nuevas necesidades que, aunque estuviesen también presentes en los sectores culturales, facilitan la toma de conciencia y la implicación por parte de departamentos distintos a los culturales, acostumbrados a manejar estas herramientas. Así, áreas como industria o promoción económica no sólo abren sus programas a los sectores culturales y creativos, sino que se implican junto a los departamentos culturales en la implantación de programas de apoyo de carácter transversal. Cabe esperar que esta tendencia anime también a los departamentos de hacienda a poner en marcha medidas que apoyen más a la cultura.
  • La tendencia a mirar las políticas desde perspectivas más transversales tiene eco en el terreno regulador. Empiezan a asomar leyes de derechos culturales, aparecen intentos de legislar cuestiones como el acceso a la cultura, se incorporan miradas sobre el valor público de la cultura. En realidad, es una vuelta a las cuestiones básicas, pero desde la experiencia del camino recorrido y con la convicción de que, aunque las políticas públicas tienen objetivos específicos (sectoriales, según la cadena de valor, etc.), es necesaria una visión de conjunto que permita equilibrarlas.

Sugerente, finalmente, el cuadro de aplicación de diversos instrumentos de intervención a la cadena de valor.

Y en Estados Unidos, el peso de la facturación en papel sigue creciendo

La Association of American Publishers ha vuelto a hacer públicos sus datos de facturación en los que se constata que el sector que más sigue creciendo en cifras absolutas es el del papel.

La facturación, en el comparativo enero-octubre de los años 2017-2018 aumenta en 214 millones. De ese aumento, más del 50%, 124, 2 millones se produce en el soporte papel.

Al mismo tiempo, es también el soporte que más aumenta su peso porcentual en la facturación, alcanzando el 74,82%. Dicho porcentaje supone un aumento en relación a 2016 del 4,14%. Sólo el audiolibro crece, pero en menor medida, el 3% y parece que su crecimiento es a costa del ebook y de otros soportes y no del papel.

Los datos parecen seguir afirmando una tendencia persistente.

España. Comercio interior del libro. De 2006 a 2017. Algunas reflexiones. 7. Facturación por materias

La facturación por materias no ofrece cambios sustanciales en relación a los últimos años.

El rey es el libro de texto no universitario, obligatorio en muchos de los casos, y que en los cinco últimos años supone más de un tercio del negocio del comercio interior.

Es, además, la única materia que aumenta su facturación en relación al año 2006. Lo no cultural crece, lo más específicamente cultural sigue a la baja.

Soy de la opinión que no de la certeza, de que éste, en lo que a libro nuevo se refiere, es un camino sin retorno en las categorías que podríamos denominar creativas por mucho que según Deloitte, el libro aparezca como uno de los tres regalos más deseados para estas navidades, el segundo en el caso de las mujeres, e incluso sea el segundo más comprado para, que no por, los adolescentes y el cuarto para los niños.

Ante esta realidad de descenso mantenido, en volumen que no en porcentaje, de la literatura para cualquiera de las edades y cualquiera de sus géneros es difícil llegar a entender que el sistema y el canal de comercialización se mantenga en gran medida inalterable en sus modos y en sus formas.

De esto ya hablaremos con un poco más de calma y extensión en breve.

España. Comercio interior del libro. De 2006 a 2017. Algunas reflexiones. 6. Devolución de libros

Pues parece que el tamaño sí importa.

El porcentaje de devolución sigue, en el conjunto del sector inamovible.

Más de sesenta años después de la Depresión, las librerías pueden devolver a las editoriales los libros que no han vendido sin perjuicio económico, una medida de emergencia destinada, entonces, a salvar a los libreros de la quiebra cuando la economía se colapsó y que en la actualidad sigue vigente a pesar de que las grandes cadenas de librerías se han convertido en gigantes muy rentables que empequeñecen, incluso, a las editoriales más grandes, y que han echado  del negocio precisamente a las librerías pequeñas e independientes a las que se quería proteger con la política de consignación. (Michael Korda; Editar la vida; pag. 281)

Sería interesante poder saber si hay diferencias importantes de devolución entre las distintas materias. Teniendo en cuenta que las condiciones del libro de texto de niveles obligatorios funciona con unas condiciones generales de comercialización, incluido lo relacionado a la devolución, distintas al resto de los fondos que se comercializan es lógico pensar que los porcentajes de devolución del resto de materias se mueven en porcentajes muy superiores a ese 29% que veremos en la tabla resumen.

Decía al principio que el tamaño sí importa porque todas las editoriales de mayor tamaño confirman que generan devolución con sus fondos, algo que no ocurre con una parte importante de  las editoriales medianas y pequeñas. Entre las medianas el 28,4% afirma no tenerla y este porcentaje en las pequeñas asciende hasta el 36,8%.

Nada parece ser capaz de contener estas cifras totalmente ilógicas en un sector que se quiera considerar adulto y maduro.

Una peculiaridad del comercio de libros ha sido la costumbre, establecida durante la Depresión en los años treinta, de que los ejemplares no vendidos pueden devolverse a los editores sin ningún cargo. Así pues, los libros se venden a cuenta. Como, por lo general, era imposible saber de antemano si un libro iba a venderse o no, los libreros no podían permitirse arriesgar su precioso capital en autores desconocidos sin una garantía por parte del editor. Los editores que no querían que sus clientes quebrasen, y de acuerdo con la práctica iniciada por Simon¬Schuster, accedieron a quedarse con los ejemplares no vendidos a cuenta de pedidos futuros. “Sale hoy. Vuelve mañana”, era el comentario de Alfred Knopf sobre esta penosa condición de venta. Los editores han aprendido desde entonces a cubrir el coste de las devoluciones inflando el precio de venta al público, de forma que sus compradores no sólo pagan el ejemplar que compran, sino una parte proporcional de los ejemplares devueltos a los almacenes de los editores para ser guillotinados y reciclados. En el futuro tecnológico, el problema de las devoluciones quedará eliminado en la medida en que los libros se impriman por encargo, a petición de los clientes, en lugar de ser impresos y repartidos en las librerías a la espera de que los clientes quieran o no comprarlos. (Jason Epstein; La industria del libro; pag. 105-106)