Los editores en su estudio de parte sólo nos hablan de lectura gratis cuando se mueven en los entornos digitales. La gratuidad, también existe en el papel. Basta ir a las bibliotecas.
En su nota de prensa es aparentemente aséptica:
Entre los lectores de libros electrónicos las formas de acceso son diversas. El 64,4% de los lectores entrevistados se descarga libros de Internet gratuitamente. Un 37,9% afirma que consigue ebooks a través de familiares o amigos. Sólo un 32% se descarga libros de Internet pagando.
Aunque ese ‘Sólo’ final señale con claridad que les parece poco y quisieran más. ¿Qué importancia tendrá si lo que importa es leer y no comprar?
Cuando ya en la rueda de prensa o fuera de notas oficiales se les calienta la boca esos datos empiezan a no gustarles y caen en el tremendo error de situar todo lo gratis cerca de la ‘piratería’.
El propio sector propicia y anima a la lectura gratuita y es de entender que si así lo hace será porque le parece una estrategia adecuada de negocio.
El primero que lo hace es el más grande: Planeta. Basta acercarse a su Casa del Libro para que nos inviten a LEER GRATIS.
Los que se descargan libros de aquí entendemos que son de los que no pagan, pero son lectores legales. ¿Consideran los editores que esto es un ‘mal hábito’ y las suman también en ese batiburrilo de descargas ilegales?
Hay, por supuesto más iniciativas. Desde Amazon hasta 24symbols donde, por cierto, sí hay un intento de nuevo modelo de negocio y en el que participan de una manera u otra más de 65 editoriales ofreciendo parte de su fondo y muy lejos del modelo de Libranda.
Hay mucha más gratuidad legal que, supongo, también será utilizada por los lectores de lo gratis.
En cualquier caso, mientras siga el despiste editorial centrado en el ‘money’ los lectores seguirán migrando hacia los nuevos espacios. Y ¡cuidado! el tratamiento fiscal y la postura avestruz mantenida por el sector tiene también mucho que ver con todo esto.
En cualquier caso, el interrogante del título no dejaba de ser una pequeña provocación. Ojalá algún día uno de mis sociólogos de cabecera se anime a hacer una reflexión sobre la banalización en torno al libro y la lectura. Seguro que es más provechosa.