Escribía Miquel Flamarich en el número 21 de la Revista Texturas:
Las librerías deben reivindicarse como equipamientos culturales de proximidad con todas sus consecuencias, fortaleciendo las relaciones con centros de enseñanza y bibliotecas, y creando redes relacionales con aquellos centros e instituciones que realicen actividades culturales o relacionadas con el patrimonio material e inmaterial. Asimismo, deben explorarse relaciones más allá del ámbito cultural con sectores que pueden ofrecer transversalidad, como el turístico.
No es por lo tanto de extrañar y quizás sea un síntoma interesante la inclusión de algunas de ellas en las propuestas de las visitas a las ciudades.
La última que hemos encontrado recoge siete propuestas en Madrid: La Central de Callao, 8½, Tipos infames, Antonio Machado, La Modesta, La Fugitiva y Estudio en Escarlata.
Hay muchas más, pero, cada quien pone el ojo en lo que considera una propuesta más sugerente.
En cualquier caso, aquí, como en otros factores de la vida, el orden de los factores sí altera el producto. Es decir: sin el valor de equipamiento cultural de proximidad (temática, geográfica o empática) no existe valor turístico real a no ser que nos guste sólo el elemento patrimonial vacío de contenido y de sentido.
Cita Flammarich