Autor: Pierre Sansot
Título: Del buen uso de la lentitud
Páginas: 193
Año Edición: 2001 (2º edición)
Editorial: Tusquets
ISBN: 84-8310-652-3
Comentarios
Debo la lectura de este libro a Victoriano Colodrón quien respondiendo o, mejor, entrando en diálogo intermitente alrededor de las frases matinales y habiendo captado, escuchado mi preocupación por el tiempo, los ritmos y la vida me hizo llegar hace pocas fechas la referencia del mismo.
Desde aquí, gracias por ello. Quienes se acerquen a él haganlo sin prisas y con los ojos y oidos abiertos para ser capaz de escuchar lo que se esconde en las palabras.
Algunos textos como simples pinceladas
– He querido describir algunas actitudes que dejan espacio a esta lentitud…
Vagar: tomarnos tiempo, dejarnos guiar por nuestros pasos, por un paisaje.
Escuchar: ponernos a disposición de otra palabra a la que concedemos crédito.
El aburrimiento: no el no querer nada, sino la aceptación y el gusto por lo que se repite hasta la insignificancia.
Soñar: instalar en nosotros una conciencia crepuescular pero alerta, sensible.
Esperar: con el fin de ampliar el horizonte de la forma más vasta y libre posible.
La provincia interior: la parte marchita de nuestro ser, una representación de lo anacrónico.
Escribir: para que poco a poco se abra paso en nosotros la verdad
El vino: escuela de sabiduría
Moderato cantabile: la medida más que la moderación. (Pierre Sansot; del buen uso de la lentitud; Tusquets, pag. 13-14)
– Creo más bien que no nos econtramos de inmediato en un estado de amistad; incluso los seres unidos por un largo entendimiento deben, en cada encuentro, reinstaurar su amistad. Necesitamos cierto tiempo para aproximarnos a otro ser. (pag. 47)
– El encuentro de una persona que trata de decir algo y de otra que se dispone a escucharle es en sí un acontecimiento que se ha producido y que no se esperaba. A mi entender, conviene guardarse de querer repetir, salvo que sea inevitable, la dicha de un tal encuentro. Fue una casualidad, fue necesario que en esa circunstancia él hubiera tenido el valor de hablar y que yo hubiera estado dispuesto a escucharle verdaderamente. (pag. 43-44)
– Por mi parte, prefiero acariciar que apresar, tomar algunos desvíos agradables en mi camino que ir directamente hasta la meta, permanecer en el umbral de un rostro, de un ser, antes de acercarme a él, pasar por simple antes que parecer estar informado de todo. (pag. 121)