He leído en el número 186 de Delibros una información sobre el Observatorio de la librería que me ha dado luz para algunas reflexiones:
1. Toda librería, como mínimo, debería tener en cuenta los siguientes indicadores:
a. Ventas por metro cuadrado
b. Ventas por trabajador
c. Rotación y estocaje mínimo.
2. Los editores deberían reconocer que:
a. En muchos de los libros que editan no tienen una estrategia clara de edición. . “Muchos títulos se dirigen a un mercado que no es capaz de digerirlos; son libros que salen sin una estrategia adecuada de comunicación o sin un cliente final claro. Son ejemplares de vida efímera con muchas dificultades para llegar a su lector, porque ni siquiera está claro que éste exista, y que se acaban convirtiendo en libros de ida y vuelta; son libros que muchas veces no se venden porque quedan en terreno de nadie. Mientras, se trata de saturar la demanda llenando las mesas de novedades con lo que se produce el efecto pila: se acumula un masivo de libros que se acaba devolviendo…Si el mercado fuese capaz de mostrar el libro, éste acabaría llegando a su lector” (Francisco Martínez)
b. Existe una clara falta de criterios de calidad. El editor debería realizar un filtro de calidad que no hace.
c. Deben reconocer que es imposible llegar a todos los puntos y que, como consecuencia, es necesaria disponer de una buena estructura informacional para que sí sepan todos, en cambio qué se edita y la existencia o no de ejemplares. Los libros no pueden estar en todos los sitios, pero la información sí.
3. Si todo el sector quiere seguir manteniendo el marchamo cultural debería pasar por reconocer algunos elementos básicos que permitan, precisamente el dedicarse con seriedad a esa labor cultural:
a. La tecnología se debe convertir en la infraestructura del sector y ello, en cada uno de los casos, debe suponer, fundamentalmente lo siguiente:
i. El editor debe utilizarla para tener a disposición de la cadena la información de su catálogo y de las futuras publicaciones perfectamente actualizada en relación a precio y estado de los libros.
ii. Los distribuidores deben disponer de una información de la posible existencia o no de ejemplares y los tiempos posibles en los que pueden ser servidos al punto de venta.
iii. El punto de venta debe disponer de una buena gestión de consulta y pedidos que sustentándose en los dos elementos anteriores le permita atender de la manera más precisa a las necesidades y demandas de cada uno de los clientes. Ello debe permitirle el centrar su trabajo en el servicio y la cercanía que, según la estrategia de negocio, puede ser:
1. Física. Geográficamente cercana al cliente.
2. ‘Emotiva’. Vivencialmente cercana, bien por estilo, temática, intereses.
3. Comunicacional. Hacer llegar la información que interese donde el cliente esté.
b. Se debe por lo tanto plantear una inversión racional en la tecnología necesaria, siendo conscientes que “Las inversiones del sector del Libro en España no destacan por una dedicación a la alta tecnología” . Para ello se pueden manejar algunos criterios:
i. Un cumplimiento, en el caso de las librerías, de los ratios señalados más arriba.(Quien esté interesado en las cifras de los mismos los puede solicitar a jmbarandiaran@euskalnet.net)
ii. Una aceptación de compartir la inversión. Se debe reconocer la escasa rotación del producto y la dificultad de recuperar inversiones. Se propone una ayuda de hasta un 50%.
iii. Unas cantidades que podrían rondar como inversión global los 7.000 euros para una librería pequeña.