Así se titula el artículo que firma hoy domingo en El Correo Daniel Innerarity. Me ha parecido muy sugerente en un momento en que desde algunos sectores relacionados con la cultura se intenta medir, predecir y, quizás, indirectamente dirigir el futuro del gusto desde unos planteamientos reduccionistas y, en mi opinión, unidimensionales y equivocados.
Innearity centra su análisis en el ámbito de la política y la democracia, pero las actitudes y la reflexión sobre los fenómenos que formula creo que, como terreno para la reflexión y análisis de sus posibles consecuencias, son extrapolables a otros sectores como puede ser el de la cultura.
Me interesa de manera particular la dificultad que señala para intentar definir y/o adivinar el futuro de anticiparnos a lo que pueda suceder y quizás, ante este hecho, el interés que puedan tener algunos por decirnos, mirando al pasado, qué es lo que tiene que suceder y obviar el espacio de la incertidumbre y, también, el del error como espacio para el crecimiento y el cambio.
Señalo algunas frases recogidas en el articulo. Os invito a leerlas no sólo desde el punto de vista del análisis político, que también, sino desde el ámbito de la cultura, sus soportes y productos. Creo que no os resultará complicado encontrar algunas posibles equivalencias.
- No tenemos ningún control sobre el mundo, ni en términos de anticipación teórica ni en lo que se refiere a su configuración práctica.
- ¿Cómo hacer previsiones cuando no estamos en entornos de normalidad y nada se repite?
- Estamos en una época cuya relación con el mañana alterna brutalmente entre lo previsible y lo imprevisible.
- Hace no muchos años el debate era si los cambios se producían en nuestras sociedades mediante la revolución o la reforma. Actualmente el cambio no se produce ni por lo uno ni por lo otro, ese ya no es el debate, sino por un agravamiento catastrófico de factores en principio desconectados.
- Lo que convierte a la política en algo tan inquietante es el hecho de que sea imprevisible cuál será la próxima sorpresa que la ciudadanía está preparando a sus políticos.
- Estamos utilizando términos huecos («significantes vacíos» los llaman quienes aspiran a obtener alguna ventaja de esta resignificación) y esta vacuidad pone de manifiesto qué poco entendemos lo que está pasando. Necesitamos urgentemente nuevos conceptos para entender las transformaciones.. y no sucumbir en medio de la incertidumbre que provoca su desarrollo imprevisible.
Si estas dudas e incertidumbres se ciernen sobre la política qué no se cernirá sobre la cultura y la creación como reflejo además en ocasiones de la divergencia o o de nuevas propuestas de sentido y de lectura expresiva de la realidad.