Arantxa Mellado a quien aprecio, y ella lo sabe, ha escrito recientemente sobre el futuro del libro.
Para ello ha tomado como base un reciente anuncio de Amazon que dudo que esté interesada como empresa directamente de hacer lectores, sino más bien compradores de lo que sea para rentabilizar su estructura empresarial.
El aprecio no debe ser obstáculo para la discrepancia y no creo que esta firmación, más con el ejemplo de Amazon de partida sea acertada:
Los niños lectores de hoy son los compradores de libros del futuro. Los lectores, los del presente y los del futuro, son el seguro de vida de las editoriales y librerías.
El anuncio comercial sólo nos muestra un soporte de lectura dando más importancia al mismo que a lo que se esté leyendo.
Parece así que la lectura sólo tiene un camino: el que nos viene marcado por el aparente nuevo Dios de la venta a cualquier pecio.
Y cuando me refiero ‘a cualquier precio’ tengo todavía reciente en la memoria el artículo aparecido este fin de semana en en XL Semanal del que se pueden extraer algunas perlas que al menos nos deben hacer pensar.
– Es una compañía secretista. «No comment» es el latiguillo de sus portavoces.
Esto no parece cuadrar excesivamente bien con el valor social y comunicacional que la lectura debe aportar.
Menos cuadra aún esta otra constatación:
– a Bezos no le importa perder dinero a propósito con dos objetivos: por un lado invierte para crecer; por otro, vende con márgenes muy estrechos e incluso con pérdidas para así liquidar a la competencia». Es una estrategia a largo plazo: cuando se quede solo, podrá hacer lo que quiera.
No parece, por lo tanto, ser oro todo lo que reluce.
Más deconsfiaría yo todavía de una empresa a la que jugamos a poner como modelo, pero que es de las pocas que yo sepa que ‘mima’ de una manera especial al personal de las fuerzas armadas.

Si Jeff Bezos afirma que: Buscamos activamente líderes capaces de inventar, pensar en grande, tomar la iniciativa y dar resultados que beneficien a nuestros clientes. Estos principios les resultan muy conocidos a los hombres y las mujeres que han servido en nuestras fuerzas armadas creo que es como para echarse a temblar.
¿Qué más nos estará escondiendo el amigo Bezos detrás de esas caras de niños y niñas angelicales?
Yo prefiero quedarme con la ‘letrilla’ que cantaba Paco Ibáñez:
Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.