Separo en el título por temas de IVA, ya saben. También, por seguir directrices ministeriales que también distinguen cultura de libro (Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro)
He leìdo hoy uno de los artículos quizás más sugerentes y clarificadores en torno al ciberutopismo.
¿El título?
Contra el ciberutopismo. Discurso utópico versus análisis sociológico sobre la transición al paradigma digital de la esfera cultural
Ha aparecido en Política y Sociedad, Vol 52, No 1 (2015) y es de Joaquim Rius Ulldemolins. En el mismo se plantea la necesidad desde la cultura y la sociología de evaluar de forma crítica y distanciada los efectos reales de la transición a lo
digital y sus efectos e intenta mostrarnos algunas de las ‘trampas’ que utilicen sus defensores.
Algunas notas y frases claves, en mi opinión, del artículo:
– Pérdida cada vez mayor de la autonomía cultural y supeditación a las esferas económica y tecnológica.
– El futuro de la cultura (o el discurso sobre él) ya no nos pertenece porque ha sido secuestrado por un discurso que sitúa la tecnologización de la sociedad y la cultura como único horizonte posible.
– El ciberfetichismo se ha convertido en un discurso dominante que además, no quiere entrar en debate con otras posibles posturas, y juega continuamente con la dialéctica amigo-enemigo.
– Su ideología tiene una clara base neoliberal y antiestatal.
´Los debates no son introducidos desde los medios académicos, sino que son difundidos por los think tanks y por consultorías privadas que están ocupando un rol cada vez mayor.
– Una de las características de estos discursos es la charlatanería:
un tipo de discurso que ni es verdad ni es mentira en términos absolutos, sino que su vaguedad y la amalgama de hechos que presenta, su carácter descriptivo y profético, lo convierten en un discurso manipulador y seductor pero difícilmente analizable y refutable empíricamente
– La falsedad de conceptos aparentemente homogéneos como internet o industrias creativas que mezcla interesadamente actividades y sectores con distintas lógicas sociales y económicas.
– En este tipo de juegos ‘el grande siempre gana’.
– La utilización del concepto de cultura digital,usual en los medios ciberfetichistas, añade más confusión conceptual al debate al mezclar de forma intencionada el contenido con el soporte, la cultura en un sentido antropológico y la cultura como esfera especializada,el desarrollo tecnológico y la creatividad artística disciplinar.
– No podemos inducir que el ámbito digital diversifica los gustos culturales en relación a la creación actual ni que tampoco convierte el consumidor cultural en más crítico y activo. Al contrario, los estudios disponibles nos muestran que el consumo cultural de creaciones culturales contemporáneas se concentra cada vez más en unas pocas expresiones culturales.
– Los ciberfetichistas olvidan que la intermediación en cultura ejerce muchos otros roles que el de transportar un paquete con libros o CDs desde el estudio del creador a la casa del consumidor… más de cuarenta años de investigación en sociología y economía del arte avalan el rol decisivo que han jugado los intermediarios culturales en diversos puntos clave de la producción y difusión artística… y no se puede separar claramente la fase de creación de la fase de producción o distribución, produciéndose valor o capital simbólico en todos los segmentos de la cadena de cooperación y de forma colectiva por parte de todo el campo cultural
– Después del debilitamiento de los intermediarios -y su función de selección y valorización- y la aparición de las nuevas tecnologías de comercialización cultural podemos estar observando no una mayor diversidad en la producción cultural, sino precisamente una reducción de los autores y creadores que realmente acceden a una posición de visibilidad social y/o de mercado.
– Estas perspectivas esconden que, con el debilitamiento de los intermediarios y su capacidad de prescripción, el poder de elección no bascula hacia el consumidor. Sino que con ello, el control lo obtienen en buena medida las grandes compañías tecnológicas que con sus procedimientos de análisis del big data (es decir, los datos masivos de los consumidores recogidos y explotados de forma sistemática) convierten al consumidor y sus elecciones en la fuente de ingresos y posición dominante en el mercado cultural.
– En países como Francia, ha surgido una corriente de opinión entre los expertos en política cultural que juzga la desaparición de los intermediarios, en particular en el sector del libro, como un primer paso hacia una monopolización de la difusión cultural, un empobrecimiento de la esfera cultural, una reducción de la diversidad cultural y una amenaza a la soberanía política y económica nacional.
– La aportación del crowdfunding al sistema cultural es, por decirlo de algún modo, muy pequeño y su posibilidad de compensar la pérdida de financiación pública sería irrisorio.
– Podemos entender la fascinación que ha ejercido este discurso al relacionar nuevas tecnologías con la promesa de una democracia cultural sin burocracia estatal ni industrias culturales. Con todo, más que aportar claridad y capacidad de transformación, el discurso ciberutópico di culta abordar con rigurosidad y realismo no solamente las ventajas sino también los riesgos |o los efectos no deseados| que puede suponer la transición a lo digital para la cultura y las artes en la era digital.
Mi recomendación, en cualquier caso es que lo leáis entero. Descubriréis así alguna curiosidad como, por ejemplo, quién puede ser un representante claro en el sector del libro de este tipo de discurso ‘charlatanero’ citado expresamente en el artículo.
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