He estado siguiendo con mucho interés los curiosos y creo que inesperados efectos que ha tenido la entrevista que Raquel Blanco hizo a finales de año en Jot Down a Marta Ramoneda de La Central.
No es la primera y espero que tampoco sea la última de las entrevistas que Raquel hace a libreras y libreros.
Sí creo que es el primer caso en que una ‘entrevista amable’ acaba salpicando y produciendo una pequeña retahíla de reacciones que como ocurre en este mundo de las redes funciona como un mal suflé que se empieza a hinchar el día de Nochebuena y se va bajando al llegar los Reyes.
En ese corto espacio de tiempo, por un lado, la entrevista ha recogido 341 comentarios y, en paralelo, han ido apareciendo algunas otras opiniones.
– Bernat realiza un análisis desde la óptica de la reputación.
– El mundo para mis yos intenta trazar la difícil y a veces complicada línea entre la izquierda, quizás más pegada a lo económico, y la progresía, que a veces pone su mirada en los aparentes valores. Aunque, estas líneas son siempre difíciles de trazar
– La Dirección de La Central pretende contestar con un comunicado que, en mi humilde opinión, mira al dedo y no a la luna.
– Parece que en estos días empezamos a pisar la realidad y se nos van cayendo los ‘mundos de yupi’.
– Hace ya algunos meses que me atrevía a escribir que algunas cifras no me cuadraban.
Conozco a Antonio Ramírez. Conozco a personas que trabajan en la Central. Conozco a personas que han trabajado. Conozco a personas a las que les han ofrecido posibles líneas de alianza.
Son en ocasiones puntos de vista distintos y en otros claramente contrapuestos. No voy a dar y quitar razones porque en cualquier caso lo ocurrido me parece un síntoma de la situación del sector.
No voy a entrar en cualquier caso al detalle porque creo que sería, de nuevo, mirar al dedo y no a la luna.
El pequeño suflé montado creo que es un reflejo de la endeblez del sector en su conjunto.
– Débil por estar muy alejado de la cultura. De la real digo, no de la del discurso.
– Débil por ser un sector en el que las barreras de entrada para el trabajo son bajas y poco exigentes. Analicen la evolución de los perfiles y del nivel de subcontratación.
– Débil porque su estructura empresarial es numerosa, pero en general poco consistente y desequilibrada entre pocos grandes, muchos pequeños y demasiados intereses poco coincidentes.
– Esta debilidad real se pretende cubrir siempre con dos dogmas de fe que a modo de mantra vacío se repiten y repiten.
1. El valor sagrado del libro, es lo mismo lo que traiga dentro y el formato mediador.
2. El valor sagrado de la lectura. Da lo mismo también al parecer lo que se lea.
Cada vez es un sector más sacralizado y menos simbólico, aunque a los teóricos laicos de izquierda esto les pueda poner nerviosos.
Cuando luego llega la realidad y se rasca, la pelea es la del ‘tendero’, los 5 puntos de descuento por favor, cumpliéndose casi siempre el principio que le robo a Discepolo de
La capacidad de negociación de las condiciones de venta concedidas (descuento, plazos de pago, modo de entrega, etc.) es inversamente proporcional a la diferencia de tamaño entre editor, distribuidor y librero.
El grande siempre parece ganar y este puede, también, ser librero
Dos notas finales con todo el cariño.
– Para La Central. Si empieza a haber distancias entre la historia y el hoy malo.
– Un librero sabio me dijo no hace mucho. Tener una política empresarial de izquierdas en estos momentos en el sector del libro es mantener los puestos de trabajo que de ti dependen con dignidad y justicia.
Por ahí sí se pueden trazar algunos límites con claridad. Más de uno ya sabrá a qué me estoy refiriendo.
Ya sabéis: a ser buenos y a parecerlo.
13/01/2015. Actualización. Poco acertado por parte de Antonio Ramírez ese, si es cierto, ‘No es para tanto’ y más desacertada esta frase:
“Soy injusto, si exijo a los demás más de lo que me exijo a mí mismo. Pero si exijo a los demás lo mismo que me exijo a mí, entonces no”.