“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.” Mario Benedetti
Vuelvo a coger la frase de Benedetti.
Después de la tormenta informativa sobre Sarrionandia van surgiendo las preguntas y las ‘reacciones’ reflexivas.
Son muchas más, pero me valen como muestra algunas que he seleccionado. Sé que ha habido más voces, pero estas creo que valen como ejemplo.
Lo escrito desde el ámbito más literario y reflexivo tiene un gran valor porque en su propio texto permite que la cultura juegue uno de sus papeles: el de interrogar y no dar aparentemente todo por supuesto y el de remover algunos cimientos o aparentes verdades que quién sabe de dónde vienen.
A Pello Salaburu El Premio le hace situarse en un estado de preguntas y confusión: Como ven, no tengo más que preguntas, mi mente esta más confusa que la de otros.
Luisa Etxenike sitúa ya la duda en el propio título: El Premio y la duda. Y, en cualquier caso, situá sus afirmaciones en el terreno personal: Personalmente creo que no. Que la sociedad vasca puede exigirle a Sarrionandia, antes de hacerle efectivo el premio que ha obtenido su obra, una actualización de su estado de pertenencia a la misma, esto es, de respeto a sus instituciones (también judiciales) y de adhesión a sus fundamentos democráticos. Una regularización cívica definida y definitiva. No habla por otros. Habla por sí misma.
Pedro Ugarte nos cambiaba el sábado la pregunta y ya quizás las respuestas dadas no valían: por qué Sarrionandia no había conseguido aún el galardón. Y ya desde ahí la constatación de lo ocurrido cambia: Prueba la estupidez de esta polémica que, tras premiar a dos escritores extraordinarios, Iñaki Uriarte y Joseba Sarrionandia, de uno de ellos ni siquiera se da noticia y de otro la noticia nada tiene que ver con su trabajo. A algunos publicistas les escandaliza que Sarrionandia sea premiado. A otros nos escandaliza que a ellos les importe un bledo la literatura de Sarrionandia, la literatura de Uriarte y la literatura misma.
César Coca, que escribió más cerca de los hechos, ya tenía claro que no había que mezclar, que es lo que casi todo el mundo ha hecho, obra y personaje.
Miguel Sánchez Ostiz lee irritado un titular y es probable que después escriba también irritado, pero ya lo señala al principio. Ay, aquellos philosophes que escribían que la primera obligación de un preso era fugarse, ay. ¿Mentían entonces o lo hacen ahora, o siempre? Ácratas de pega. Hace pocos años, cuando le dieron el Nacional de la Crítica también hubo sus más y sus menos, pero ahora el gobierno Vasco le retiene el premio en un gesto de arbitrariedad y falta de fundamentos jurídicos tan absoluta que lo acerca a la comisión de un delito.
Juan Ángel Juristo nos sitúa, finalmente en el ámbito del debate: Yo estoy en las antípodas de pensar de la manera en que piensa Sarrionaindia, pero reconozco que me gustaría tener un debate con él, por saber del Otro, de los oscuros motivos, de la linde peligrosa en que ha convertido su vida, cosa que, por otro lado, está en su obra.
Termino con una cita ya referida por aquí de
Kirmen Uribe:
“Siempre he desconfiado de las visiones de grupo. Aquellas que anulan a la persona, que anteponen los fines a nombres y a apellidos concretos. Me gustan las excepciones, los personajes que se encuentran entre dos o más mundos, esos individuos que se alejan de visiones simplistas o reduccionistas.” (Kirmen Uribe)
A los humanos quizás nos deban quedar siempre las preguntas en muchas ocasiones sin respuesta, en otras con respuesta equivocada y en alguna rara excepción con acierto.