¿Cafebrerías o librerías con rostro humano?

Escribía Jorge Carrión en su obra Librerías:

Los salones, los gabinetes de lectura, los ateneos, los cafés o las librerías comparten la naturaleza de hogares postizos y de núcleos políticos de tráfico de información. (Jorge Carrión; Librerías; Anagrama; pag. 75)

Y antes Lewis Buzbee

Por obra del destino, por accidente o tal vez adrede, muchos de los cafés y de las librerías de Londres se encontraban en los mismos distritos, con frecuencia cerca de Fleet Street y del Inner Temple Bar. Aunque no hay ningún caso documentado de librería y café combinados durante aquella época, la historia general, así como la intrahistoria, dejan claro que ambas instituciones han estado aliadas, geográficamente y también por naturaleza, desde hace mucho tiempo (Lewis Buzbee; Una vida entre libros; pag. 102)

Ya hemos hablado en alguna ocasión de ese cruce entre libros y café.

Así que en parte no nos ha extrañado el florecimiento este verano de unas cuantas, perdón por el palabro, ‘cafebrerías’ que en México en algún momento de este siglo XXI ha llegado a ser considerada una ineteresante idea de emprendimiento.

Más allá del palabro, en Palencia se ha anunciado la apertura de Ateneo, por Navarra siguen dando bolilla a Katakrak y Walden.

En Segovia han dado una vuelta más de tuerca y al libro y café se une también el vino en Intempestivos.

Y en Sevilla buscan modos y maneras distintos, también algunos con café, ante la deshumanización que generan compañías como Amazon.

Al otro lado del charco, en Argentina por poner un ejemplo, la alianza café y libros ya ha alcanzado categoría de Starbucks que, ¡qué quieren que les diga!, no es lo mismo.

No es de extrañar que el Fondo de Cultura haya trasladado la aparente importancia del café y el vino a las reflexiones en el entorno del futuro de la librería. Serán, al fin y al cabo reflexiones y debates excitantes por la cafeína y pelín espirituosos por el buen vino.

En cualquier caso el café y sobre todo el vino seguro que plantean una experiencia más excitante que la de andar rastreando libros con un móvil en el espacio librero que corre el peligro, además, de sonar en cualquier momento.

En cualquier caso más allá de lo líquido, sea en bebible o comunicacional, no están de más las pautas de Richard Kemp a la hora de abrir una librería independiente. Discutibles, pero sugerentes.

  1. No se necesita ser un lector para ser un gran vendedor de libros.
  1. Es necesario comprender por qué la última librería fracasó y echó el cierre.
  1. Conozca a su cliente.
  1. Conviértase en experto en encontrar cualquier libro que deseen sus clientes.
  1. No ceder a la tentación de crear programas de fidelización y descuentos complicados.
  1. Haga que su librería sea un sitio amable al que la gente quiera venir.
  1. Consiga dar la bienvenida a la librería con algo llamativo.
  1. No tema la competencia.
  1. Cuidado con la rotación de existencias.

10. Se necesita un mínimo stock para abrir una librería decente.