Quise callar. Sin embargo, el tiempo me obligó a reflexionar y me di cuenta de que era imposible. Más adelante comprendí que el hecho de guardar silencio ya era en sí una respuesta, tanto como hablar o escribir. Y a veces callar ni siquiera es la respuesta más inofensiva. Nada molesta tanto a la autoridad como los silencios que la niegan. (Sándor Márai; Lo que no quise decir; Salamandra; pag. 9)
Etiqueta: Sándor Márai
Siempre quedan las vivencias…
Escapada casi sin planificar. Conveniente para romper el ritmo y poner un poco de distancia.
En todas las vidas, en el fondo de todas las vidas, existe una persona, una situación, un recuerdo que se refleja en las experiencias posteriores de la vida y la conciencia: los padres, los amigos de infancia, el ambiente de la ciudad natal siguen siendo nuestros compañeros de viaje aunque el camino de nuestra vida discurra por el ancho mundo. (Sándor Márai; Lo que no quise decir; pag. 74)
Que no me falte la compañía del libro en papel
Hoy, por un hecho acaecido ayer, fui consciente de cómo casi de manera inconsciente van generando un poso en cada uno de nosotros determinadas situaciones y cómo, en algunos de ellos, determinados objetos se convierten en, casi, compañeros inseparables.
En los últimos años y a lo largo de ellos por motivos diversos me toca tener que ‘salir corriendo’ para acabar llegando a un espacio donde sólo me aguarda la espera de la que nunca se sabe cuánta será la duración.
Me he dado cuenta que junto a el móvil, las llaves del coche y la cartera, siempre me acompaña un libro de papel.
Se convierte en el objeto de compañía para hacerme más llevaderas las horas.
No tengo, está demostrado que se puede vivir sin él, un eReader o lector de textos electrónicos. Sigo aferrado al papel para estos trances.
Sí tengo, en cambio, recuerdos que unen libros en papel, donde cada uno es distinto, a momentos de espera vividos. Cada momento tiene su libro y cada libro, su momento.
En ese esperar, donde las páginas van pasando o, a veces, se mantiene quietas y silenciosas como las buenas compañías que saben cuando sólo tienen que estar, hay ocasiones que una frase o un texto me llama la atención de una manera especial.
Ayer, casi como si el escritor estuviera interpretando la actual realidad política española, leía…
-algún día sería interesante analizar a las figuras históricas con ojos de médico y buscar la úlcera de estómago tras las grandes decisiones y tomas de posición de la historia- (Sándor Márai; Lo que no quise decir; Salamandra; pag. 129)
Al final, todo quedó en un susto que ya pasó.
Tendré, en cualquier caso, un libro más para recordarlo.
Día del Libro. Mi plan y cinco recomendaciones
¡Feliz Día del Libro!
Os dejo por aquí, mis cinco lecturas más recientes, ya hechas o a punto de comenzar y un par de pistas para aprovechar hoy el día si andas por Bilbao.
Sándor Márai; Lo que no quise decir; Salamandra
Bernard Pivot; De oficio, lector; Trama Editorial (Si no lo encuentras por ahí, lo tienes hoy en la web de Trama con el 10% de descuento)
Evgeny Morozov; La locura del solucionismo tecnológico; Katz
Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni; Estado de crisis; Paidós
Mery Cuesta; La Rue del Percebe de la cultura y la niebla de la cultura digital; Consonni
Cuatro planes para hoy en Bilbao no incompatibles:
- Visitar y comprar en tu librería o librerías habituales
- Darse una vuelta por la calle Berástegui donde estarán los libros en la calle.
- Acercarse por la calle Elcano para ver si Louise Michel Libururak ha abierto ya sus puertas.
- Asistir de 17:00 a 20:00 a la inauguración de LibroBilbao descatalogados y poder así tener la experiencia de celebrar el cumpleaños de un librero.
Y, sobre todo… ¡Conversar y disfrutar!
Historias con principio y final. El Kokken como testigo
La vida de cada persona está llena, plagada de pequeñas y grandes historias.
En mi caso, hoy en un día florido soleado en Bilbao, el sol, la luz y las flores son buenos aliados,
ha terminado una histroia que empezó el 5 de octubre de 1987.
Los sueños de aquel entonces se convirtieron en su momento en realidad y ahora ya, la misma, ha terminado definitivamente.
Cerrar esa historia con buena conversación, un aperitivo sosegado y con solecito ha estado bien.
La terraza del Kokken se ha convertido sin quererlo en testigo mudo del acuerdo y del apretón simbólico de manos convocándonos a un nuevo encuentro, pero ya en otro estado.
Y… ahí lo dejo. Que cada uno lea y entienda lo que quiera que para eso son las historias que van conformando nuestra vida.
Hay días en los que la gente tiene la sensación, de una manera intuitiva pero segura, de haber recibido alguna señal, algún mensaje, algo que va a influir directamente en sus vidas; no se sabe con certeza cuál es esa señal, pero se intuye que el momento ha llegado, se ha materializado y casi se puede oler. (Sandor Márai; ¡Tierra, tierra!; pag. 11)
Palabras y silencios
Un artículo escrito ayer por Rafa Muñoz que lleva como título Lo que cuenta es la palabra desempolvó uno de mis ‘demonios’ particulares. La dialéctica entre palabras y silencios y la dialéctica interna entre los discursos vacíos (ortodoxia) y los discursos plenos (ortopraxis).
La primera, palabra-silencio, es un interrogante que me viene acompañando desde hace muchos años. Quizás el haber trabajado con personas a lo largo de la vida que por distintos motivos se mueven con dificultad en la cultura verbal y dicen más con sus silencios, su tacto y su mirada, me ha llevado en ocasiones a constatar los límites de la palabra por un lado y la dificultad que tenemos quienes hemos hecho de la ‘palabra dicha’ el santo y seña de movernos en otros vericuetos más complejos.
Hay todavía un segundo elemento que me resulta interesante y que lo verbalizó con claridad Agnès Agboton en el reciente SILA. La diferencia entre las palabras vivas y dinámicas de la oralidad y las palabras fjadas y en parte muertas del texto escrito que quedan con su aparente fijación, lejos de la viveza adaptativa de lo oral interrelacional.
Justo, casualmente, ese viernes en la contra de El País aparecía la experiencia de Rana Dajani sobre los ‘cuentos contados de pequeños y su importancia‘.
Todo esto está muy bien, pero, al mismo tiempo, vivimos inmersos en una sociedad donde cada vez más la palabra es utilizada para esconder la realidad.
La idea de la “literatura” me hastía. Las palabras no sirven más que para ocultar la realidad, no para revelarla. La realidad es otra cosa. (Sándor Márai; Diarios 1984-1989; pag. 180)
Y así siento que seguimos avanzando en un proceso donde parecemos tener más cantidad de información aunque la misma no nos lleve a ningún sitio y parezca que nos bloquea ante la realidad.
El ser humano es un animal dotado de palabra. Ese animal se hace hombre en la medida en que es capaz de expresar sus pensamientos. Pero ¿qué quiere decir una persona al empeñarse en expresar sus pensamientos por escrito? ¿Quiere contar historias? ¿Quiere enseñar?¿Quiere divertir? ¿Quiere convencer y sacudir las conciencias? Seguro que quiere todo eso, pero ¿quiere decir algo más? Yo no sabía expresar con claridad lo que había querido decir con tantos libros. Lo tenía “en la punta de la lengua”, o por lo menos así lo creía. Seguro que quería decir “algo más” cuando escribía, no solamente contar una historia o relatar una experiencia (también habría querido descubrir ese “algo más” cuando leía, pero ¿de qué se trataba?). Allí delante de aquellas existencias, tuve la sensación de haber escrito demasiado, menos hubiera sido más. (Sándor Márai; ¡Tierra, tierra!; pag. 424)
Y ante tanta verborrea los mudos y enmudecidos abren cada vez más sus ojos con asombro perdidos ante tanto ruido.
Sólo hay una forma de decir la realidad. Hacerla. Y, para ello, el silencio activo es una buena arma.
Hojas caídas
Naturaleza encerrada entre cuatro paredes.
Situaciones parecidas, nunca igual, me llevan a reflexiones y pensamientos casi equivalentes.
A situarme de nuevo ante lo importante.
No es cierto que el sufrimiento nos purifique y nos haga mejores, más sabios y comprensivos. Nos vuelve demasiado lúcidos, fríos e indiferentes. (Sandor Márai; La mujer justa; Salamandra, pag. 43)
Un rayo de luz
A veces todos se presenta o parece oscuro.
Lo que te rodea se torna negro o gris. Oscurece el ambiente que te rodea.
Situaciones sin una salida clara, sin luz al final del túnel.
Así que de repente, como un regalo en el paseo y un poco alejado de la cotidianidad se agradece ver esto
y pensar que donde menos se espera, en medio del gris, en esos pequeños cruces casi increíbles surge algo bello y hermoso.
En el destino de una sola persona la fatalidad puede condensarse con la misma intensidad que en el de pueblos enteros. (Sándor Márai; La Hermana; pag. 9)
Regalos inesperados
Creo que no hay mejor regalo que una buena relación que nace en muchas ocasiones de las aituaciones más inesperadas.
A veces esta se torna palpable en un detalle.
Hoy, de la manera más inesperada se han juntado dos de esos detalles.
De manos distintas, de historias distintas.
Vuelvo a recordar un texto:
Hay que saber dar y hay que saber recibir. No hemos sabido ver los regalos que nos hacían en su momento. A veces incluso hemos creído que nos eran debido por ser quienes éramos. A veces nos han dado la mano y creíamos que era algo común y no lo era; no era, no en ese caso, una convención. No siempre los regalos son compras encubiertas: son manifestaciones espontáneas de afecto, queremos expresar algo que de otra manera no podemos o no sabemos.
El sábado, se lo he dicho a las dos personas, los compartiré con mis amigos canasteros. Los disfrutaremos y me acordaré de las personas que me los han hecho llegar.
¡Mil gracias!
Estos dos detalles dicen más que muchas palabras
«La palabra no es un elemento tan imprescindible de la comunicación humana como a veces suponen los escritores cegados por el orgullo; en momentos críticos, la gente capta la esencia con muy pocas palabras o incluso sin ninguna» (Sándor Márai; La hermana ; pag. 31)
Dar crédito a los que lo niegan
Parece que Europa ya viene a rescatar a los bancos y a sus accionistas que no a los epañolitos de a pie.
Supongo que habrá liberales de derechas clamando al cielo por esta intromisión del Estado en eso que llaman ‘los mercados’ aunque todavía no he oio a ninguno. Debo estar sordo.
Al final como siempre acabamos pagando todos las tropelías de algunos.
Es en esos momentos cuando aparecen los conceptos aparentemente grandilocuentes. Se habla de España y no de ciudadanos. Se habla de rescate y no de robo.
Supongo que el primer uso de ese dinero será para regular y permitir que los desahucios que las entidades bancarias han llevado a cabo tenga su marcha atrás. Supongo desde mi ingenuidad que ese dinero servirá para que en primer lugar y siguiendo ellos con el ejemplo rescaten a los que han dejado sin su derecho a la vivienda ya que para esta sí hay derecho pero para la usura no.
El tamaño parece que sigue importando. Tienen que ser muchos miles de millones para que a todos nos entre el susto en el cuerpo o para que nos lo metan.
Maruja Torres en su artículo de hoy en El País habla de un libro de Antonio Baños definiéndolo como un lirbo anticapitalista cien por cien.
Termina su artículo haciendo un llamamiento al decrecimiento, «una de las formas nobles y eficaces del anticapitalismo (por no decir la última), que debe ser -citando a Carlos Taibo- ‘autogestionario y antipatriarcal’. Se trata de reducir las necesidades para que las preferencias afloren y que el consumo mínimo y la no colaboración nos permitan comprender que ‘es en el don, lo gratuito, lo no monetarizable, los afectos y cuidados y el valor no alienable, donde se encuentra la verdadera humanidad’. Y formar una masa sólida, resistente, inamovble, no colaboracionista. Desde donde podamos.
En cualquier caso poco podremos hacer si no asumimos nuestra responsabilidad personal.
No, la inquietud que de pronto experimentan todos los ciudadanos es individual; pues lo que ayer estaba aún escrito en los periódicos o circulaba como voces alarmistas difundidas por ‘pusilánimes’… hoy ha entrado en sus vidas, ya no es una noticia sino la realidad, de la cual son responsables. Han comprendido que lo que sucedió… no son ‘noticias alarmistas’ ni ‘mera propaganda’, sino su responsabilidad personal.
Se han dado cuenta de que son responsables. Por eso gritan. (Sándor Márai; Liberación; pag. 84)
Es lo mismo que sea la Segunda Guerra Mundial, como es el caso del libro de Márai que la actual situación económica.
Quizás sea ya hora de dejar de ‘dar crédito’
dar ~.
1. loc. verb. creer.
a los que lo niegan.
Es ya hora del agnosticismo económico.
Empezar de cero
Nada puede empezarse desde cero, ni siquiera ahora, en este momento excepcional…
Algo ha terminado, sí; pero lo que termina sólo puede ser continuado… tal vez mejor, de forma más digna que hasta ahora.
(Sándor Márai; Liberación; pag. 123)
Política y amistad
El lunes a la noche en medio de un duermevela empecé la lectura de la última novela traducida de Sándor Márai, Liberación.
Toda la obra de Márai me parece atrayente. Me plantea y presenta nuevos puntos de vista, nuevos interrogantes.
Ayer cuando lo empezaba, casi en las primeras páginas, me encontré con un texto que no está de más tener en cuenta por estos lares en casivísperas de unas elecciones que en su contienda partidista parecen presentarse en la óptica del ‘y tú más’ y el ‘o conmigo o contra mí’.
Decían que era de izquierdas, lo acusabanm pérfidamente de simpatizar con los ingleses, con los judíos, de que era pagado por unos u otros, de que había llegado a acuerdos secretos con Moscú, de que había traicionado los ideales nacionales húngaros, incluso a la ciencia… Pero su padre no militaba en ningún partido político, sus amigos de izquierdas le echaban en cara precisamente su reserva cautelosa. Tampoco frecuentaaba reuniones clandestinas; entre sus amigos había judíos, pero asimismo muchos otros que no tenían ningún vínculo con la comunidad hebrea, y también en la cuestión judía, al igual que respecto a sus ideas pol´ticas, tenían opiniones distintas y discutían acaloradamente con el científico. Pese a ello eran amigos… (pag. 13)
Y ahí lo deja Márai con sus puntos suspensivos como para situarnos en la duda de si será posible o un sueño.
La gaviota… y un beso
Revisando entradas del blog me encuentro con una pequeña coincidencia o curiosidad. Hace cinco años escogía entre mis lecturas para tiempo vacacional una obra de Márai.
Hoy en mi primer día de unas minivacaciones que durarán poco más de una semanita termino otra obra de Sándor Márai La gaviota.
Me llevo de lectura para estos días:
– Cuarteto para un solista de José Luis Sampedro
– El alfabeto de los pájaros de Nuria Barrios y
– Nada de Janne Teller
El beso es un hecho y podría ser uno de los tantos que, propiciados por un momento especial, intercambian hombres y mujeres millones de veces; un beso, porque en el fondo de la vida humana está el beso; un beso, porque sólo a través del beso los cuerpos pueden exteriorizar lo que persiguen a lo largo de la vida; un beso, porque entre hombre y mujer sobran las palabras. (pag. 107)
Luz y vida
Palabra, comunicación, silencio, destino….
He terminado en una sentada, ayer a la tarde era un momento propicio para leer en casa con manta, ‘El amor de Erika Ewald‘ de Stefan Zweig.
Junto con Sándor Márai es un autor que ha ‘entrado’ hace no muchos años en mi vida y en cmuhas ocasiones me remueve y conmueve.
Hoy al pasar algunas de las notas-párrafos que me resultaban sugerentes veía como se cruzaban con otros de Márai que ya tenía anotados.
Os dejo dos cruces de muestra.
La palabra
– «La palabra no es un elemento tan imprescindible de la comunicación humana como a veces suponen los escritores cegados por el orgullo; en momentos críticos, la gente capta la esencia con muy pocas palabras o incluso sin ninguna» (Sándor Marai; La hermana ; pag. 31)
– Le gustaba abandonarse y soñar despierta, porque un pudor casi exacerbado le impedía hacer a los demás la más mínima insinuación sobre sus vivencias espirituales, aunque su alma temblaba bajo la presión de las palabras no pronunciadas, como vacía la rama de un árbol bajo el peso de sus frutos demasiado maduros. Y sólo un tenue rasgo casi imperceptible alrededor de sus labios delgados y pálidos revelaba que en su interior se libraba una lucha y se había desatado una nostalgia que no era posible expresar con palabras y de ven en cuando hacia que la boca firmemente cerrada se estremeciera incontrolada como con un repentino sollozo. (Stefan Zweig; El amor de Erika Ewald; El Acantilado; pag. 10-11)
El destino
– Hay horas vacías, insustanciales, que esconden en sí el destino. Surgen indiferentes como oscuras nubes que aparecen para perderse de nuevo, pero se mantienen ahí tenaces y obstinadas. Y se disuelven elevándose como un humo negro, se hacen cada vez más lejanas y alargadas, hasta que por fin flotan sobre la vida con una palidez gris, melancólica, inmóviles, como sombras que se fijan al instante, inevitables y celosas, y elevan una y otra vez su puño amenazante. (Stefan Zweig; El amor de Erika Ewald; El Acantilado; pag. 59-60)
Nada es definitivo…..
Empiezo a atisbar que nada de lo que es importante e inmutable ocurre por casualidad, y también que en el interior de todos nosotros, los hombres y las mujeres, en lo más hondo, hay una mezcla de sentimientos y deseos, de disfraces y papeles, y que hay momentos en que la vida juega con nosotros y tergiversa ligeramente lo que creíamos definitivo e inmutable’ (Márai, S.; La amante de Bolzano, Salamandra, pag. 257)
… salvo la muerte.
Palabras prescindibles
«La palabra no es un elemento tan imprescindible de la comunicación humana como a veces suponen los escritores cegados por el orgullo; en momentos críticos, la gente capta la esencia con muy pocas palabras o incluso sin ninguna» (Sándor Márai; La hermana; pag. 31)
La magia de las relaciones