El lado oscuro de la revolución digital

Hoy, gracias al cambio de hora, la mañana ha tenido una hora más.

Así que he podido disfrutar de un paseo sosegado y de una lectura todavía más pausada de los periódicos.

Creo que hacía muchos domingos que no dedicaba tanto tiempo a la prensa escrita en papel.

No me quiero extender, pero sí recomendar dos artículos sugerentes en mi opinión, aparecidos hoy en el suplemento Ideas de El País.

Creo que son de sumon interés para todas las personas que nos movemos en los entornos de la cultura.

Dejo aquí sólo alguna cita:

  • Silicon Valley está organizando un asalto contra la filosofía en la que se basa la socialdemocracia, la noción de que los Gobiernos y los ayuntamientos pueden fijar normas y leyes que regulen el mercado. Silicon Valley opina que no: el único límite a los excesos del mercado debe ser el propio mercado. Son los propios consumidores los que deben castigar —poniendo malas notas, por ejemplo— a los malos conductores o a los anfitriones poco fiables; los Gobiernos no deben entrometerse…. Cuando el poscapitalismo nace del debilitamiento de las protecciones sociales y las regulaciones de la industria, entonces definamos con propiedad: si Silicon Valley representa un cambio de modelo, es más bien al de precapitalismo. (Evgeny Morozov).
  • Cuando lo trivial nos invade, parece que perdemos el control de lo esencial. En Reclaiming Conversation [Recuperar la conversación], su controvertido nuevo libro, Sherry Turkle, catedrática del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), expone cómo una dependencia excesiva de las redes sociales y de los sistemas de mensajería electrónica puede empobrecer nuestras conversaciones e incluso nuestras relaciones. Sustituimos la intimidad real por la simulada…Las herramientas de la era digital engendran una cultura de distracción y dependencia, una subordinación irreflexiva que acaba por restringir los horizontes de la gente en lugar de ensancharlos.

    Poner en duda Silicon Valley no es oponerse a la tecnología. Es pedir más a nuestros tecnólogos, a nuestras herramientas, a nosotros mismos. Es situar la tecnología en el plano humano que le corresponde. Visto retrospectivamente, nos equivocamos al ceder tanto poder sobre nuestra cultura y nuestra vida cotidiana a un puñado de grandes empresas de la Costa Oeste de Estados Unidos. Ha llegado el momento de enmendar el error. (Nicholas Carr)

Sigamos poniendo en duda y no comulgando con ruedas de molino.

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