Ediciones B parece marcar una nueva política de precios y descargas en relación a los contenidos digitales textuales en su apuesta por el libro digital.
Por un lado suprime el DRM, el equivalente al plástico que cada vez envuelve a más libros de papel, buscando con ello el simplificar el proceso de compra y la cercanía entre libro y lector.
El segundo elemento son ‘los precios muy bajos’ que parece, en principio, que pueden facilitar la compra.
Me quedan, en cualquier caso algunas dudas importantes.
La postura que hasta ahora han mantenido los editores han estado muy alejadas de estos parámetros y, en general, lo siguen estando. En su relación con los lectores han mantenido una clara posición de dominio y prepotencia. No se ha ido en ningún caso buscando una relación entre iguales olvidando que un libro sin lectores es una obra muerta.
Se dice que el hábito hace al monje y es probable que el modelo de relación esté ya viciado. Los lectores, en este juego y en parte obligados por la situación creada por los propios editores se han vueltocasquivanos y han comprobado que no les ha ido mal del todo yendo por libre.
Será difícil volver a la senda formal por mucho que intenten, los editores, ser ahora zalameros con sus propuestas.
Al fin y al cabo es como cualquier relación. Cuano una parte impone límites, la otra puede aceptarlos y tragar o buscarse la vida y una vez que se ha creado por reacción una ‘cultura de vividores’ es difícil volver al redil cuando además se ha pretendido hacerlo por obligación.