20 citas de cara al XXIII Congreso de Libreros. 19. Las librerías son de los lectores

Reflexiones a modo de píldoras ante el XXIII Congreso de Libreros en Sevilla.

Un librero admirable de Monterrey, a mediados de siglo, hizo obra cultural y prosperó con un método imposible. Revisaba los catálogos con los ojos de cada uno de sus clientes. Sabía qué libro le iba a interesar a quién, y apostaba con una puntería casi infalible. Compraba el libro equis para el lector zeta, y cuando éste llegaba y se ponía a ver las novedades, hacía el descubrimiento feliz: un libro que le interesaba y se llevaba… De hecho, Alfredo Gracia funcionaba como una especie de agente de compras, por su cuenta y riesgo, para un conjunto de lectores. En vez de comprar por encargo de ellos, adivinaba sus deseos. (Gabriel Zaid; Los demasiados libros; Anagrama, 1996, pag. 75)

España. Comercio interior del libro. De 2006 a 2016. Algunas reflexiones. 6. Devolución de libros

Ya dejó escrito Gabriel Zaid que «el mayor costo de un libro es el costo de equivocarse» (Los demasiados libros; Anagrama, pag. 104).

Y si entendemos la devolución como una equivocación del editor en la medida en que el resultado inicial de su acción de editar es un ejemplar que no ha sido ni comprado ni leído, tendremos que concluir que el sector, entendido en su conjunto, parece no haber aprendido nada a lo largo de este siglo de sus equivocaciones ya que el porcentaje de devoluciones es superior en siete puntos porcentuales al del 2001.

No parece pues que algunas nuevas posibilidades como puede ser la impresión bajo demanda cale, según estos datos, en el conjunto del sector.

Cierto es también que la necesidad, lo digo pensando en las editoriales de menor facturación, parece obligar a tomarse las cosas más en serio y aunque ellas también tienen porcentajes superiores a los del año 2001 han iniciado ya hace tiempo un largo viaje de vuelta desde cifras que en su momento, año 2007, rondaron el 48,5% o, lo que es lo mismo, la mitad de la producción, al 19% actual.

No está de más recordar algunas reflexiones sobre las devoluciones:

El derecho a la devolucióndel sobrante que debiera ser uno de los grandes aliados de toda librería se está tornando, cada vez más, en un enemigo que, como un niño mal criado, nos extorsiona sin que seamos conscientes de ello. Los costes derivados de la gestión de devoluciones están perjudicando notablemente nuestra cuenta de resultados. Nuestro objetivo, el objetivo de todos a corto y medio plazo tiene que pasar por ser capaces de reducir nuestros índices de devolución. En la actualidad, los principales beneficiados con el derecho a la devolución están siendo las agencias de transporte. Y esto no deja de ser un enorme disparate. Es urgente dar una solución a este problema. (Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Si hay algo que caracterice la situación actual del sector es el exceso de producción editorial. Es este uno de los eternos debates de este gremio de la abundancia. Todos somos conscientes de que estamos ante un mal endémico que nos está atenazando y que empieza a tomar tintes dramáticos. La hiperinflación de novedades está generando desorientación en un punto de venta que es incapaz de distinguir entre grano y paja. Además genera desorientación en el lector que no es capaz de asimilar la enorme cantidad de información que recibe. Y bien es sabido que la desorientación no es buena consejera.(Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Jesús Badenes consideró ya en el año 2005 a las devoluciones como la mejor medida del fracaso de la industria editorial.

Parece que se sigue en muchas ocasiones predicando en el desierto.

 

Mañana nace Caótica en Sevilla. Somos el resultado de los libros que leemos, los viajes que hacemos y las personas que amamos

Caótica nace oficialmente mañana 20 de abril en Sevilla.

Un artículo del ABC me puso sobre la pista del este nuevo espacio cultural con historia. Y digo con historia porque en La extravagante está su origen obligado a mutar por unos precios de alquiler que tienden a enviar en muchos casos a las librerías a espacios de menos tránsito y de segunda línea.

Algún día quizás merezca la pena reflexionar despacio sobre cómo las formas y modos del negocio ha creado una estructura de escaso margen bruto y que parece nadie quiere cambiar.

La noticia me trajo a la cabeza las siguientes palabras…

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Más recientemente Sonia Domínguez, con mimo y cariño, nos cuenta un poco más del proyecto en Letras anfibias.

Subrayo algunas de las ideas del artículo que me parecen más sugerentes:

  • Se trata de Caótica, un “espacio cultural y de intercambio humano”, vertebrado por el libro y que se basará en la conjugación de tres factores: espacio, fondo y vínculo. 

Diría que, como idea, se acerca mucho al concepto que ahora me gusta manejar de Lectorería.

Y también esos ejes de espacio, fondo y vínculo los había puesto de manifiesto ya hace un tiempo (2005) Gabriel Zaid: Lo competitivo de una librería está en el surtido (amplitud, foco), el lugar (agradable, de fácil acceso), el personal (conocedor, cumplidor, ayudador, sin ser metiche)

  • Establecer una librería de mediana dimensión, sin perder trato humano y vínculo emocional, fortaleciendo la selección y la prescripción.
  • La que gestiona, la que vertebra todo el espacio es la librería y, en torno a ella, van todos los compañeros de viaje. Nuestra intención es potenciar la cultura del libro. Vendemos libros y potenciamos la relación con el libro”.
  • Vamos a intentar dar un salto de calidad como libreros, como prescriptores y como lectores, incluso”, detalla Maite.“Nos queremos nutrir de la plataforma de lectores que mueve el proyecto. Las recomendaciones que se dan a pie de estantería queremos convertirlas en texto y potenciar la parte de los colaboradores para que haya un blog de prescripciones con mucho movimiento”.

Como tantas otras veces el deseo de ¡Larga vida! Ojala que esos vínculos se fortalezcan y que el espacio genere vida, proyectos y sueños a través de los libros y la acción cultural por largo tiempo…

Hoy 11 de noviembre Día de las Librerías…

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  1. Sin limosna del Ministerio, pero con la dignidad del pequeño conspirador.
  2. Con cada vez más sellos de calidad que parece va por barrios.
  3. Volvemos a acercar y seguimos buscando a:
    1. Librerías enredadoras
    2. Librerías amadas

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    • Cuatro citas contextuales
      • El librero es el ser más consciente de la futilidad del libro, de su importancia. Por eso es un hombre escindido; el libro es una mercancía para comprar y vender, y él integra esa mercancía. Se compra y se vende a sí mismo. (Héctor Yánover; Memorias de un librero; Trama Editorial, pag. 9)
      • Cada librería tendrá su propia historia, ligada a la personalidad del librero que la dirige. (Carlo Feltrinelli; Senior Service; Tusquets; pag. 249)
      • Una librería es otro intento de poner la complejidad del cosmos en lenguaje coherente. (Héctor Yánover; Memorias de un librero; Trama Editorial; pag. 173)
      • Lo competitivo de una librería está en el surtido (amplitud, foco), el lugar (agradable, de fácil acceso), el personal (conocedor, cumplidor, ayudador, sin ser metiche) y, desde luego, el precio, si no es igual en todas partes. Una librería que está lejos, casi no da servicio y ni sabe lo que tiene, pero vende con el 20% o 30% de descuento, se vuelve muy competitiva. Pero ¿cómo es posible dar el 30% de descuento al lector, si la librería recibe 35%? No es posible. Excepto, claro, si algunas librerías consentidas reciben descuentos altísimos. Y ¿cómo es posible para el editor dar descuentos altísimos? Subiendo los precios. Con lo cual resulta que el descuento es puro cuento. (Gabriel Zaid; Librerías y Precio Fijo )

Seguimos, al fin y al cabo, buscando y encontrando, librerías, lectorerías que nos acojan como nuestra segunda casa.

La lectura, como la barra del bar, nos hace más humanos. ¡Canela fina!

Tipos infames sirvió hace cinco años de ejemplo, reclamo y reflexión a The economist para hacer una llamada a los cambios estructurales que España necesitaba en lo económico.

tipos_infames_suerteEstos jóvenes, que lo siguen siendo de manera todavía insultante para los que nos acercamos a los sesenta, y donde compré no hace muchos días la espléndida novela Patria de Fernando Aramburu, han sido también la excusa que ha utilizado María Jesús Espinosa de los Monteros en El País para responder a través de ellos a la pregunta de ¿Por qué creer en los libros?

Quizás cada vez, como ya señalaba Zaid haya que creer más en aquellas propuestas que propician la conversación, el encuentro, la pausa de y para la vida. El espacio físico, las personas, la propuesta, el tino, el trato ayudan a todo ello.

No es de extrañar que al salir de allí, porque allí había quedado, la conversación fluyera sola acodados en esta ocasión en la barra de un bar en la calle del Pez entre cervezas, tapas, palabras y ojos y oídos atentos.

Quizás no fuera nada más que una estación para ir de nuevo a los libros en Cervantes y Cia.

 

 

 

Texturas, 10 años (2006-2016)

Estamos de celebración. El que una revista de pensamiento y cultura alcance en estos tiempos que corren, difíciles, convulsos, contradictorios y apasionantes, los diez años de publicación ininterrumpida es un hecho no insólito pero sí algo poco frecuente en nuestro país. Si además la revista se define como una publicación cultural dedicada esencialmente al universo de la edición y el libro, que en sí mismo es un submundo, nos vemos obligados a recordar las palabras que escribió Joaquín Rodríguez a propósito de este aniversario de Texturas: «Para editar una revista como esta… [no solo]hace falta desconocer el miedo… sino que también es necesaria una temeridad rayana en el desvarío».

Haciendo nuestras estas calificaciones, la aparición del número 1 de Texturas en 2006 llegó precedida de innumerables charlas, conversaciones, paseos casi infinitos, tranquilos y sosegados como nos gusta describirlos, en Santander, Barcelona, Bilbao y Madrid, sin olvidar alguna cita en los Salones del Bosque durante FIL-Guadalajara, que solían tener el colofón las más de las veces en comidas y cenas repletas de complicidades, amistades cruzadas, buenas viandas y mejores digestivos, buscando siempre que las ideas fluyeran.

Poco a poco se fue perfilando la idea de una revista cultural que no viniese a «llenar un vacío», pero sí que colaborase a definir un espacio de análisis, debate, reflexión y opinión crítica respecto al mundo del libro y la lectura, la edición y los procesos de creación en sus diferentes momentos. Que no olvidase los derechos de autor pero tampoco las oportunidades, retos y desafíos que las nuevas tecnologías ofrecían entonces. Una revista que se constituyese en un lugar de encuentro de visiones distintas, que nos permitiese no sólo recibir y compartir información sino donde también reflexionar y confrontar posiciones argumentadas con la intención de proponernos, con hechos y opiniones, el desafío de cuestionarnos continuamente los supuestos paradigmas establecidos. Al finalizar uno de aquellos encuentros, a mediados del año 2006, y como tenía por costumbre cerrar las reuniones en ocasiones similares, alguno de nosotros sentenció: «Una decisión como esta hay que tomarla por la mañana, limpios y desayunados». Y después de aquel primer café del día, hasta hoy. Elaborando los índices cronológico, temático y onomástico que acompañan a este número 30 de Texturas, además de realizar con ello un ejercicio muy gratificante de recopilación, memoria, recuerdos… hemos sido conscientes de que en estos años la revista ha ido creciendo con la participación de más de cuatrocientos colaboradores que han escrito desde postulados y territorios muy diferentes.

Seguir leyendo «Texturas, 10 años (2006-2016)»

Libro, lectura, lentitud… con L de Librería

Terminaba la entrada de ayer Librería y ciudad con una cita de Imanol Zubero en la que plantea una reflexión relacionada, entre otros temas, con el ritmo de vida y los modelos de ciudad y se constata la conveniencia, quizás, de un ritmo más sosegado y de unos espacios que posibiliten y faciliten la creación y la adecuación de las personas a esos ritmos que son, además, los que permiten el encuentro de los unos con los otros y de la lectura. Al fin y al cabo, ya lo decía Zaid, los libros  son muñidores de conversaciones.

Cuando ayer escribía la entrada se me cruzó en la pantalla el espléndido artículo de Juan Cruz, Los libros no tienen prisa. Casi parecía que la caprichosa pantalla me lo ponía delante para señalarme el camino por donde seguir con el hilo discursivo. De los ritmos de la ciudad a los ritmos de los libros, sus entornos, y sus posibles alteraciones.

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Foto del muro de facebook de Joseba Lopezortega

Juan ha unido, de manera inteligente en mi opinión, la crítica velada a la construcción y puesta en valor de determinados modelos de ciudad desde lo público cuando se apoyan o se acompañan determinadas iniciativas, quizás con poca consciencia, sí, con S, con el ritmo que, aparentemente, ‘el libro’, algunos libros quieren mostrarnos…  la revolución de la prisa no va a matar la estrella del libro, que es el silencio, el sosiego, y por tanto el tiempo.

Lo que ocurre, tristemente, es que ha sido en ocasiones el propio sector del libro, con su ritmo de novedades, con la escasa duración de los libros en las librerías, con la burbuja continua y creciente de más, más, más, con la destrucción masiva de ejemplares devueltos quien, en gran medida, le ha enseñado el camino a Amazon.

Así que aceptando y compartiendo la reivindicación reflexiva sobre el silencio y el sosiego como medios naturales por humanos para el libro y su lectura quizás debamos también reflexionar sobre cómo cambiar los ritmos del sector e ir todos con más calma y sosiego para no entrar en el fascismo de la velocidad.

Para ello… quizás como siempre empezar por menos libros para que todos leamos más.

“El asunto es elegir. Y para eso no sirve la prisa. Lo que plantea la inmediatez en la adquisición, de libros, por ejemplo, remite al supermercado. En la librería tienes al librero, y ahí hojeas, con hache y sin hache. En los supermercados (del libro, por ejemplo) no te conocen. Ahí eligen por ti. Venderte un libro porque ya es best seller no significa que te estén vendiendo lo mejor”. Y si este fuera un episodio de la historia de la lectura, ¿qué tiempo sería? “Un tiempo bastante triste. La esperanza es el lector no contaminado por la propaganda, el pequeño editor que se atreve con lo que no tiene gran difusión… Y la librería, claro”. ¿Alguna ventaja en recibir el libro ya? “Cuando haces un trabajo urgente. Pero el placer de leer se busca lentamente”. (Carlos García Gual en Los libros no tienen prisa)

Siguiendo la conversación y… haciendo cultura

La conversación sosegada y el ambiente conversacional sigue siendo para un servidor ‘droga dura’. Si es con tiempo, siempre necesario, y en torno a una mesa ya ni os cuento.

Ya lo escribió Gabriel Zaid hace tiempo:

La cultura es conversación. Pero escribir, leer, editar, imprimir, distribuir, catalogar, reseñar, pueden ser leña al fuego de esa conversación, formas de animarla. (Los demasiados libros; pag. 31)

El puede aquí es importante porque indica que no en todos los casos lo será.

Pondré un ejemplo contemporáneo. Será difícilmente creíble que el grupo Prisa genere realmente conversación con su nuevo ‘engendro libresco‘, cuando ha matado él mismo los cauces conversacionales que podía mantener vendiéndolos al mejor postor. Parece que incluso va a perder la educación que le vio nacer.

No es esto en cualquier caso lo importante. Lo realmente clave creo que es que los humanos podamos disfrutar de espacios realmente conversacionales. Y la conversación, por lo menos para la RAE supone unos contextos y unas determinadas situaciones.

1. f. Acción y efecto de hablar familiarmente una o varias personas con otra u otras.

2. f. desus. Concurrencia o compañía.

3. f. desus. Comunicación y trato carnal, amancebamiento.

4. f. desus. Habitación o morada.

Familiaridad, el otro físico, espacio y ‘toque’ parece que marcan el campo de juego de la conversación de verdad y, por lo tanto, serían quizás los cuatro puntos cardinales que posibilitan el hecho cultural.

Digo esto porque es gozoso ver cómo con determinadas personas (punto 1) cuando nos juntamos (punto 2) físicamente tras los abrazos y carantoñas (3) en un espacio (lo siento pero no diré cuál punto 4) surgen, aunque haya habido un lapsus espaciado las palabras, emociones, reflexiones, intuiciones en torno a los otros, a nosortos, al territorio y al sentido individual y colectivo que ni siquiera nos hace falta ‘leña para el fuego de la conversación’.

Manuel sabe que se lo ha perdido porque andaba en menesteres institucionales. también, por supuesto, haciendo cultura que es algo muy distinto a hacer negocio con el cuento de la cultura que algunos andan vendiendo.

Piensen en cambio, cuáles puede ser en algunos casos, unos buenos espacios conversacionales donde no es tan necesario que haya mucha oferta, sino oferta con sentido e intención de provocar conversación.

 

Día del Libro. Notas de color fuera de los discursos bienpensantes. Debe ser cosa de la edad

He terminado hace unos días de leer el tercer volumen de los Diarios de Iñaki Uriarte.

He vuelto a disfrutar.

Dice, entre otras cosas…

Una vez más atribuí el efecto a la edad. «debe ser cosa de la edad», le comenté a María. «A cierta edad» es una expresión con la que ahora inicio muchas frases. Cada vez responsabilizo de más cosas a los años. Esto sí que debe ser cosa de la edad.

Así que lo que sigue toménselo por favor con benevolencia porque son cosas de la edad.

Por edad, como Julieta tambie´n dejaré las compras para más adelante

Por edad, también, ya leo tonterías en los titulares, que me invitan a no perder el tiempo en lo que sigue, aunque habrá a algunos que les parezca lo más de lo más.

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Por edad, quizás también, me gusta la conversación. Así que una buena forma de celebrar el Día del Libro es conversando con amigos y haciendo realidad el hecho que Zaid señala cuando escribe

La comunidad lectora siempre ha sido Wiki. Lo nuevo es la tecnología. Lo nuevo es el éxito llamativo de una cooperación intelectual que ha sido milenaria. En todo caso, si se quiere hablar de un cambio de paradigma, habría que situarlo en el Renacimiento, cuando la gente de libros opta por la tertulia frente a la cátedra, la imprenta frente a la universidad, el saber libre frente al saber jerárquico. El cambio coincide con la aparición de una tecnología (la de Gutenberg), y se reanima con la aparición de otra. Ambas refuerzan las estructuras horizontales (la conversación, el networking) frente a las verticales (la universidad, el Estado, la televisión).

Y en esa conversación además de hablar de lo divino y de lo humano, de lo personal y lo social, a ritmo forma e informal, hemos hecho como otras veces nuestra ‘porra electoral’. Veremos qué capacidad de lectura de la realidad tenemos.

Porque soy mayor también, me gustan algunos discursos menos convencionales en torno al Día del Libro incluida la negación de su existencia que además es cierta para millones de personas, aunque esto pueda sonar raro. En España es un hecho negacional para el 50% de la población que no lee a no ser que aceptemos ‘pulpo como animal’ de compañía o demos por bueno el comprar, aunque no se lea.

Porque soy mayor también y porque he sido librero me reconozco en la nostalgia de quienes como yo han disfrutado de este Día y, en parte, lo echan en falta. Leer hoy a Ovidio muy prontito me ha removido también.

Porque soy mayor y he vivido unas cuantas situaciones me parece que no es de recibo el discurso lastimero de los editores, espero que no sea del resto del sector sobre lo que el estado les debe comprar a ellos para que su negocio florezca y las Bibliotecas, según su versión estén bien surtidas.

Y como uno sigue siendo mayor, también en este día y la mayoría de las cosas le importan una higa voy a salir a la calle para encontrarme con uan persona que me gusta, proclamar mi gusto por…

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mientras espero un mensaje… que espero que llegue… y disfruto de esta noticia lectora…

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El turolense Alfredo García. El librero transterrado que hizo de la cultura su refugio

Leído en el Diario de Teruel.

Cuando se ha dejado atrás a la familia y a un país devastado por la guerra, además de unos ideales arrasados por un pensamiento totalitario como era el fascismo, empezar de nuevo en otro lugar no es fácil porque se parte de cero y se arrastra el dolor del transterrado. Eso le pasó al turolense Alfredo Gracia Vicente, el pastorcillo de Castel de Cabra que se hizo maestro en Barcelona y cuya vocación por la educación le llevó a participar en la guerra civil española educando a los soldados republicanos en el frente. El profe Gracia, como le conocieron en su país de adopción, México, hizo del oficio de librero su otra vocación al llegar a tierras mesoamericanas. Un librero muy especial que siguió ejerciendo de maestro para erigirse en el mayor promotor cultural de la ciudad de Monterrey.

Leer artículo completo.

Gabriel Zaid, en su obra Los demasiados libros, destacó la «particular capacidad» de Alfredo Gracia para escoger los libros que vendía en la librería, «anticipando incluso los deseos de sus posibles lectores, con base en su intuición y el conocimiento de sus clientes», afirma Ortega.

Actualización. (06/01/2015)

Agradezco a Kepa osoro la sugerencia de este vídeo que enriquece la información.

Relectura

Hoy casi nada se relee, y lo que es peor: casi nada lo merece. Ojalá que el gran público se la pasara releyendo a los clasicos, aunque sólo una minoría leyese a los contemporáneos. ¿Cuál es la ventaja de consumir novedades insignificantes, en vez de volver con otros ojos a lo mismo? Paradójicamente, lo limitado puede enriquecer más que lo ilimitado. Volver una y otra vez a lo mismo (que no es lo mismo) es una experiencia sorprendente, cuando se trata de obras que resisten la repetición, que tienen algo que decir la segunda vez y la centésima… La gran creatividad nace de la relectura crítica. De los clásicos surgen otros clásicos dignos de releerse, que suben de nivel la conciencia y los sueños. Lo que gusta y se fija en la memoria, aquello digno de volver a ser dicho, escuchado, leído, visto, refutado, fue estableciendo el canon tradicional, como algo vivo, compartido, continuable, creciente. Después aparecieron las autoridades, la ortodoxia, la política, para imponer un canon oficial. Y, finalmente, el mercado. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 91 y 92)

Perder lo significativo en la masa de lo insignificante

La cantidad impresiona, y cualquiera la puede apreciar a simple vista. La calidad no es tan obvia, ni fácil de apreciar. Como si fuera poco, la cantidad es más fácil de producir, menos trabajosa, más barata, menos arriesgada que decir: Esto no.

…No existen máquinas capaces de apreciar, distinguir, destacar, lo significativo, como saben los reporteros que graban muchas horas de un entrevistado, y luego tienen que decicar otras tantas (y más) para escuchar todo de nuevo y escoger lo que vale la pena. En el Archivo de Babel, las obras valiosas estarían conservadas, pero tan perdidas como si no existieran. Haría falta una eternidad para ponerse a ver todo y descartar, una por una, las infinitas obras que merecen el eterno descanso de seguir perdidas.

Conservar todo es una incuria que causa un nuevo tipo de estrago: perder lo significativo en la masa de lo insignficante. Conservar todo es perder todo. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 81-82)

Sobre la edición institucional

Muchos libros costosísimos que publican las grandes instituciones y empresas para celebrarse a sí mismas, o como regalo de Navidad, siguen el mismo camino: son celulosa convertida en papel impreso cuyo destino último es la celulosa. Pero no importa. En los circuitos del aparato resonador, lo importante es que la celulosa reciclada, una y otra vez, genere resonancia, no lectura. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 66)

Lo posible y la libertad ilusoria

Lo posible libera y oprime al mismo tiempo. En la práctica, la mayor libertad no está en que todo sea posible. Y esto, no sólo por el costo excesivo de analizar fríamente todos los casos, ni por la confusión emocional de no saber cómo escoger, sino porque el trato con lo posible cambia. Deja de ser concreto (sumergirse en esta o aquella experiencia con todas sus consecuencias y responsabilidades prácticas) para volverse abstracto: la contemplación distante de una serie infinita. Que todo sea posible da una libertad ilusoria. La libertad concreta se da en el trato concreto con posibilidades concretas; y, como cada una exige tiempo y dedicación, tienen que ser pocas… Tratar con miles de personas (por respetuoso y bien intencionado que sea el contacto personal) es tratarlas como abstracciones… Las capacidades de atención, memoria, análisis, aprendizaje y creación, no aumentan por el hecho de operar en gran escala. Aumentan las opciones, lo cual puede ser enriquecedor. Pero cambia el trato con las personas y las cosas, lo cual suele ser empobrecedor. Lo concreto se vuelve mera posibilidad; lo cercano, distante; lo personal, impersonal; los nombres, abstracciones del anonimato o la celebridad; la convivencia, relaciones públicas. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag.98-100)

Sobre las presentaciones de libros

Lo importante de la presentación de libros es la presentación, no la lectura. Lo importante es el montaje teatral de un acto que sirve para ganar presencia en la vida social, con anuncios y noticias en los periódicos, la radio y la televisión. Para lo cual no es necesario que los participantes hayan leído el libro o piensen leerlo. Basta con que se difunda la manifestación de que el libro existe, el autor existe, la editorial existe, los ditinguidos oficiantes del acto y la institución que lo cobija existen, en beneficio de todos ellos. Lo importante es lo que dice el acto, no lo que dice el libro… ¿Cómo pueden jerarquizar los acontecimientos literarios aquellos que no leen? Dando por supuesto que el verdadero acontecimiento no sucede en el texto milagroso, sino en los actos sociales que lo celebran. Jerarquizando socialmente, como se jerarquizan las bodas, las solemnidades oficiales, el lanzamiento comercial de nuevos productos; no literariamente, como se jerarquizan los textos maravillosos o decepcionantes. Si el texto maravilloso circula sin hacer ruido social, no es noticia para la prensa, aunque la noticia corra de boca en boca entre los que sí leen. Por el contrario, un texto decepcionante, pero firmado, publicado, presentado por personas e instituciones con poder de convocatoria social, sale en los periódicos y en la televisión, aunque la decepción corra de boca en boca entre los que sí leen… ¿Dónde acontece la vida literaria sino en la página leída? De ese acontecimiento, casi no hay nada en las páginas culturales. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 59, 60-61)

Vida literaria y no-lectura

«El centro de la vida literaria está en leer, que es una actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse como un diálogo, hasta con cierta animación corporal. José Vasconcelos habló de libros que se leen de pie; que nos mueven a hacer cosas, tomar notas, consultar un diccionario, ver el jardín con otros ojos. Compartir esa animación, hablar de la experiencia de leer, de lo que dice un libro y cómo lo dice, de lo que gusta o decepciona, hace más inteligente la vida social y personal.

Pero hay otras extensiones del mundo literario. Algunas tan periféricas que no requieren la lectura. O tan trajeadas que no dan tiempo de leer. Paradójicamente, las actividades que dominan ‘la vida literaria’ son las que prosperan sin necesidad de leer.»

(Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 57)

Productivad y tiempo

Históricamente, cada gran salto de productividad ha reducido el tiempo libre. El tiempo de una persona que, precisamente gracias a su mayor productividad, gana mucho por hora, vale tanto, que no puede darse el lujo de disfrutarlo… La elegancia antigua consistía menos en cierto desahogo de recursos que en cierto desahogo de tiempo. Hoy nos parece miserable vivir sin algunas cosas que antes hubieran sido grandes lujos; en cambio, nos parece normal vivir en la más completa miseria de tiempo disponible, y ni siquiera nos sentimos pobres diablos, en una situación rabona y poco elegante: por el contrario, consideramos pobres diablos a quienes tienen tiempo de asolearse y platicar. Preferimos usar los aumentos de productividad para producir más, no para producir lo mismo en menos tiempo. (Gabriel Zaid; El progreso improductivo; pag. 134)

Seguimos siendo tontos……

Exceso y frustración

Gabriel Zaid me ha parecido siempre un pensador sugerente y estimulante. Estoy leyendo ahora El progreso improductivo.

Señala en mi opinión con acierto que ‘paradójicamente, esa riqueza de posibilidades colectivas, se vuelve una carga aplastante de posibilidades no vividas que acaba por empobrecernos. Mientras que el hombre de una cultura pobre ejerce su cultura plenamente, nosotros vivimos en una cultura que rebasa nuestra capacidad de vivirla, ni en varias vidas seguidas’.

Mucho de esto hay también en las propuestas de redes sociales donde la aparente oferta de ‘amigos’ y relacciones son imposibles de vivir. El mundo relacional está en la base del mundo cultural, pero requiere tiempo y profundidad imposible de vivir con todos esos ‘amigos’ de las redes sociales que pensamos a veces que más valor tienecuanto más grande es.

Sigue…’La cultura moderna crece a tal velocidad que vos vuelve, personalmente, cada vez más incultos. La incultura, la insuficiencia, el subdesarrollo, son productos directos del progreso´….’Gracias al progreso, la vida no vivida, pero posible, lleva siglos de crecer más aprisa que la vida vivida, dejándola siempre atrás y empobreciéndola’.

Voy a ver si consigo resituarme en lo menos, en apariencia, pero más profundo e intenso.