Hace ya algún tiempo tuve que escribir un pequeño informe relacionado con la implantación de la gratuidad que, pienso, puede aportar todavía algunos criterios de reflexión pausados y que iré trayendo a lo largo de estos días al blog.
El origen de la gratuidad es reciente y su propio planteamiento y definición va íntimamente unido a su carácter de servicio universal. Basta ver en este sentido cómo el abordaje del mismo se plantea básicamente en los niveles obligatorios. Hay, por lo tanto, tres elementos a tener en cuenta:
– La Educación como derecho universal
– La obligación de la misma en unos determinados ciclos de edad
– La necesidad de disponer de unos medios que la hagan posible.
Si trasladamos este discurso y pretendemos compararlo con otras realidades públicas igualmente universales y gratuitas como la sanidad, por ejemplo, podremos ver que nos encontramos con la constatación de que no todo es gratuito, en realidad. Hay unos mínimos de ‘cobertura universal’ sin costo y otros elementos de pago en su totalidad o en parte
En el mundo de la educación, nos encontraríamos con tres posibles modelos o tipos de gratuidad.
a. Total
Se supone que sería el modelo ideal en el que todo aquel recurso necesario para la educación sería pagado por el estado. Ello plantea varios problemas:
– La definición exacta y precisa de todo lo que es necesario (Libros de texto, libros complementarios, materiales de apoyo…..)
– El análisis del costo de los mismos
– La propiedad de dichos materiales (La Administración, el centro, las familias….)
No sería correcto, por seguir con el comparativo sanitario, por ejemplo, el plantear la posibilidad de ‘libros genéricos’ ya que ello atentaría en este caso con claridad con la libertad de cátedra y elección del material más adecuado.
b. Préstamo
Sin solucionar ninguno de los interrogantes anteriores sí se plantea que los libros y/o el material son del centro y al terminar el curso se recoge el mismo para ser reutilizado, planteando con ello como mínimo los siguientes problemas:
– El debido y correcto cuidado de los materiales
– La no igualdad de acceso a libros en igual estado
– La no presencia de libros en muchos hogares. Tengamos en cuenta que casi el 50 por ciento de la población española tiene su único contacto con los libros a través del texto escolar.
c. Cheque escolar y ayudas directas
Hasta hace pocos años el único modelo existente era el de las becas que tenían, en principio, un claro criterio compensatorio de ayuda a los más necesitados y, en el que indirectamente se reconoce el hecho de posibilitar la igualdad de acceso. Pensemos que las mismas se han otorgado en función de dos criterios básicos:
– La dificultad de acceso geográfico (transporte)
– La dificultad de acceso a los libros (compra)
En este caso, es claro que hay un elemento de toma de responsabilidad por parte de la familia bien para su solicitud o gestión.
d. Nuestra propuesta.
Partiendo de la modalidad de cheque escolar que facilita un control claro de los fondos y sus destinatarios e incide en la asunción de la responsabilidad por parte de la familia se puede implementar con la posibilidad de recogida posterior del material en los centros para potenciar el correcto uso y cuidado del material y la toma de conciencia de bien público que dicho material tiene.