Reflexiones a modo de píldoras ante el XXIII Congreso de Libreros en Sevilla.
– Frente a la competencia de formas de intermediación «objetivas» y «técnicas» como la de Amazon, para el librero independiente la recomendación personalizada y subjetiva forma parte central de su trabajo: recomendaciones, notas elogiosas sobre ciertos libros, crónicas en su página web, mesas de novedades temáticas, invitación a autores o editores a presentar sus obras. Son valoraciones que contribuyen a orientar la recepción de una obra, al mismo tiempo que dan sentido a una oferta pletórica que, en cierto modo, se escenifica y hace legible para el público. La competencia específica del librero se basa en un trabajo de selección destinado a mostrar una oferta coherente, síntesis de sus gustos personales y de las expectativas de una clientela dada, entre la afirmación de su singularidad y las exigencias comerciales. Se trata de lanzar propuestas, de enviar señales de autoridad que orienten al lector hacia una oferta de calidad. Como afirma un librero parisino: «Nuestra labor consiste en hacer la criba. Cribamos y lanzamos propuestas. Hay que predisponer a nuestros clientes, inspirarles confianza. A veces hay que saber decir: “No, no se lleve esto, no le va a gustar”. Y te quedan agradecidos». El destacar la personalidad del librero, que no oculta su parcialidad o incluso su mal carácter (sus gustos y manías), también responde a esa lógica. (Sophie Noël en Revista Texturas 32; Trama editorial, pag. 74)