Los editores presentaron la semana pasada el Barómetro de hábitos de lectura correspondiente al año 2012.
Los estudios de la Federación de Editores, tanto este como los de Comercio del Libro, son una fuente que a veces no se sabe con seguridad si es de información o desinformación y suele resultar complejo a veces el realizar series de ‘largo aliento’ con los datos que ofrecen. Es tal la cocina en ocasiones que parecen querer cambiarnos el cocido por la fritanga. ¡Es lo que hay!
Ahora bien, uno no sabe si cuando presentan los datos están más preocupados del hábito de la lectura o del negocio editorial si atendemos, por ejemplo, a la información facilitada por El País.
Más disciplina («la falta de regulación clara y a la falta de disciplina de la ciudadanía y de los lectores») pide el director ejecutivo de los editores, cuando ya hace tiempo en uno de los clásicos relacionados con la lectura se nos dice que el verbo leer no soporta el imperativo.
Más España, claman también:
Todo esto afectaría a la llamada marca España, según Cortés y Ávila, porque, aseguran, la industria editorial es la más potente del sector cultural español tanto por lo que representa para el PIB como por el prestigio en el país.
Como que no tuviésemos el patio interno suficientemente revuelto para posicionamientos que pueden ir más allá de la lectura de los ciudadanos.
Ahora bien, parece que la lectura, sus nuevos modos, suponen una quiebra para el sector:
Un dato preocupante, advierte el presidente de la FGEE: “Se ha quebrado la dinámica en una parte de la cadena del consumo cultural y se pone en riesgo la creación”. Lo grave es que “queda clara la ineficiencia del modelo oficial contra la piratería. El asunto está mal gestionado porque se demuestra que aumenta la lectura digital, que es positiva porque va acorde a los tiempos, pero no se desarrollan ni fomentan prácticas adecuadas”.
¿Cuáles serán las prácticas que los editores consideran adecuadas para que esta quiebra no se produzca?
En los próximos días con calma y sosiego iremos comentando algunos de los datos que aparecen en el estudio.
Quizás una de las primeras preguntas a hacerse, más allá del más o el menos es por qué es tan de baja calidad la lectura en España. ¿Lo sabrán los editores?
Un poco más de pasión en todo este tema vendría bien.
Vaya en cualquier caso una primera pincelada más relacionada con el negocio, aunque también con la lectura.
Parece que quienes más hacen como canal de comercialización-lectura son las librerías y las cadenas.
Dos reflexiones rápidas, pero importantes sobre este asunto:
1. Los 411 millones que venden los editores parecen, pensando en el lector, que aportan poco a la lectura pero sí mucho al negocio.
2. Si se habla de lectura y no de negocio por qué no replantear los márgenes comerciales y condiciones que se ofrecen a quienes parecen ser agentes más activos y que propician la lectura de los ciudadanos. Por qué no proponer los márgenes comerciales en función de la incidencia que parecen tener los canales en relación a la lectura yno en función de vaya usted a saber qué criterios.
Ya se sabe cunado se juega a setas y a rolex al final es todo un lío.