Las librerías en la encrucijada

Ya escribíamos a principios de enero sobre lo que ‘estaba por venir‘ no sólo para las librerías, sino, probablemente, para gran parte del sector.

Quiero centrarme hoy en las librerías que, por un lado, se enfrentan a cambios de presidencia y junta directiva en Cegal y sobre las que, por otro, he ido escuchando algunos mensajes inquietantemente confirmadores de lo que ya ‘está viniendo’.

Voy a obviar los intentos de algunas librerías de referencia a partir de mediados del año pasado de buscar nuevas capitalizaciones. Algo que intentaron más de una y dos y no siempre con los resultados esperados.

En los últimos días han llegado a mis oídos:

– Despidos de dos cifras en alguna librería referente en provincias.

– Cierre a lo largo del año de otra librería referente en otra provincia.

– Repliegue de otra estructura librera en otra.

– Intento de ver cómo torear el año en librerías de otra provincia pensando en la jubilación del año que viene.

– … podríamos seguir.

No he escuchado muchos movimientos de nuevos negocios aunque sí tengo la sensación de que lo que va naciendo se mueve en muchas ocasiones alejado de los mundos gremiales donde a menudo no encuentran respuesta o acogida a intereses y planteamientos nuevos en una estructura territorial que creo que ya hace tiempo no responde, en general, a las necesidades y demandas libreras.

Algunos buenos amigos, conocedores desde distintas ópticas del sector, han planteado posibles líneas de trabajo más cargadas, en mi opinión, de buena voluntad que de posibilidad real. Me refiero en concreto a Manuel Gil, Joaquín Rodríguez o Martín Gómez. ¡Cuidado! No digo que no comparta muchos de los planteamientos que se hacen, sino que me da la sensación de que hay ‘manos ocultas’ que no parecen excesivamente interesadas en llevarlos adelante, añadido ello a un hecho objetivo: la mayor parte de las librerías son micropymes sin tiempo, casi, para mirar más allá del día a día de un negocio que se les va complicando año a año como a todo el pequeño comercio. Dicho de otra manera: carecen de dimensión para afrontar un cambio cualitativo en sus modos de hacer y gestionar.

Todo ello coincide ahora en el tiempo con un cambio en sus órganos de gobierno ante el cual también voy a mostrar mi excepticismo. Por un lado, el cambio se produce en una situación nueva: la desaparición de las subvenciones nominativas en los presupuestos del Estado y, por otro, la dificultad real, aunque callada, de poder estructurar una nueva Junta que aporte frescura y nuevas visiones. De hecho casi el primer inerrogante al que se tenga que responder será si ante la falta de subvención las librerías van a ser capaces de invertir para buscar salidas conjuntas a la actual situación.

En la historia reciente sólo ha habido dos intentos de trabajo coordinado a nivel estatal: Librerías con huella y Librerías L que también se encuentra en un proceso de cambio organizativo. Junto a ello no hay que menospreciar algún intento de trabajo conjunto temático, pero poco más.

La nueva Junta Directiva ¿tendrá la solvencia económica necesaria para ser reconocida como una apuesta seria?, ¿tendrá la capacidad de plantear la necesaria superación de los marcos territoriales de trabajo para conseguir un uso más racional de las aportaciones de las librerías? La Junta, desde su presidencia hasta el último vocal deberían ser reflejo de modelos de negocio que en su variedad sean lo más solvente posibles y que en ningún caso puedan permitir lecturas del ‘estoy aquí para que no me toquen’.

Lo dicho: tengo mis dudas.

El resto del sector, por otra parte, podrá hacer como que mira hacia otro lado, aunque convendría no olvidar que mal que bien y a pesar de los editores, las librerías siguen siendo en su conjunto el canal preferente de comercialización sobre todo para determinados tipos de libros y de editores y siguen siendo, también, el canal más cercano a la lectura.

Ya delantaba Joaquín que:

Ninguna de estas soluciones garantiza la continuidad ni protege de la ruina. Pero prueben a no adoptar ninguna de ellas, a no reinventar la librería.

Manuel apostilla:

la crisis abierta de las librerías nos arrastra a todos, si caen librerías caerán editoriales, la cifra de más de 1000 editores sin actividad en 2012 nos debería llevar a reflexión.

Martín añade:

es fundamental que las librerías demuestren cada día que tienen un valor que aportar y que éste sea percibido por los consumidores.

Yo sólo añadiré:

Quizás haya que empezar a hacer algunos experimentos de acción directa con gaseosa. Al sector del libro y de las librerías le puede estar pasando lo mismo que a los partidos. La desafección que generan las estructuras quizás solo haga posible la alternativa y las nuevas propuestas desde nuevas plataformas, desde nuevas realidades de colaboración y trabajo. Quizás la estructura institucional en lo que pueda tener de incidencia sobre dinamización del mercado esté ya momificada.

Creo que, en cualquier caso, hay campo de juego, espacio para nuevos intentos y nuevas propuestas.

Vaya también desde ahí, mi mano tendida y mi cabeza dispuesta a pensar con otras personas del sector y con otras personas de otros sectores.

Quizás la luz, en algún caso, esté fuera del sector del libro e incluso alguna normativa convertida en dogma como el precio fijo pueda suponer un freno a nuevos modelos y propuestas.

Sólo un aviso final: todavía estamos en marzo y queda mucho 2013 duro por delante.

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