Orientar al lector, mantener el nivel sociocultural de su entorno, crear el contacto entre el pensamiento y los lectores; estimular la curiosidad; sugerir lecturas, invitar a la formación de nuevos lectores; vender y mantenerse; crear empleo estable y decente, impulsar la lectura y la belleza; ser el primer interlocutor entre la sociedad y el mundo editorial, y ejercer el papel de barómetro cultural y literario, además de vender libros, claro. (Jordi Nadal y Paco García, Libros o velocidad ; Fondo de Cultura Económica, pag. 57)