lo que quiero ni lo que dejo de querer. Dejé de saber querer, de saber cómo se quiere, de baer las emociones o los pensamientos con los que de ordinario se sabe que estamos queriendo o queriendo querer. No sé quién soy ni lo que soy. Como alguien enterrado bajo un muro desmoronado, yazgo bajo el vacío derrumbado del universo entero. Y así voy, siguiendo el rastro de mí mismo, hasta que caiga la noche y un poco de caricia de ser diferente ondule, como una brisa, en el comienzo de mi impaciencia de mí mismo. (Fernando Pessoa; Libro del desasosiego; pag. 203)