Leer y comprar libro electrónico parece ser la práctica digital menos frecuente entre los jóvenes

El ONTSI, Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información acaba de publicar el Estudio sobre uso y actitudes de consumo de Contenidos Digitales en España .

En fechas recientes José Antonio Millán se hacía eco de un artículo de The BooksellerIs the e-book a dead format?

Hay algunas afirmaciones en el propio estudio suficientemente claras:

  • En ámbitos como la música los ingresos por contenidos digitales ya han superado a la distribución física, tendencia que se va a ver replicada en el resto de sectores, excepto en el libro electrónico.(14)
  • A pesar del incremento de la lectura en dispositivos digitales, los estudios consideran que el libro electrónico seguirá teniendo un papel secundario frente al libro en papel. (15)
  • El libro electrónico consolida su papel secundario en relación al libro en papel. (62)

Y hay, también algunas tablas en mi opinión clarificadoras.

  • Consumo de contenidos digitales por edad (21)

En la horquilla de 16 a 34 años el consumo, que tiende a ser mayor que en las otras franjas de edad, del resto de los contenidos (fotos, APPs, Leer noticias, RSS, películas, música, webs, compartir ficheros, videojuegos) superan ampliamente a leer e-books.

  • Pago por tipo de contenido y por edad (47)

Si ya veíamos antes que el uso no es excesivo, el pago por contenido de libro electrónico se ve superado en la franja de 16 a 34 de manera amplia por películas, música, videojuegos e, incluso aunque en menor medida, por contenidos formativos.

  • Intensidad de consumo por nivel de ingresos (47)

El propio estudio lo afirma: el impacto del nivel de ingresos es claro. Sería quizás interesante y es posible que la información exista, pero quizás no sea estadísticamente significativa cruzar el nivel de ingresos con edad y tipo de contenido.

Sí disponemos del dato de…

  • Gasto medio anual por tipo de contenido en euros (49)

Cerraré con una anécdota que tiene el valor de anécdota y que no pretendo elevar a categoría, pero sí dejarla para invitar a la reflexi´pn

Mi hijo, 25 años, sale mañana de viaje y se ha pasado por una librería para comprarse un libro de papel para su periplo.

Se ha venido con Música de mierda de Crals Wilson, editado por Blackie Books.

Lo que me ha llamado la atención, en una persona que básicamente consume música y cine en digital y en abundancia; la música también en numerosos conciertos, ha sido el comentario que ha hecho al entrar a casa:

¡Qué edición más cuidada!

Lorena Fernández, una millennial, como ella misma se definión en su artículo publicado en el número 31 de Texturas escribió en referencia a los soportes físicos:

ya no son meros objetos en serie. Me los he apropiado y ellos se han apropiado de un pedacito de mi memoria y de mis recuerdos. Tienen grabadas historias: cuando los compré, cuando los compartí con alguien, cuando un día especial estuvieron ahí y se significaron. Son mi magdalena de Proust.

Quizás la pregunta planteada al principio de esta entrada… no esté de más.

Quizás, la pantalla, nos lleve hacia otras categorías contenidos.

 

 

 

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