España. Comercio interior del libro. De 2006 a 2017. Algunas reflexiones. 6. Devolución de libros

Pues parece que el tamaño sí importa.

El porcentaje de devolución sigue, en el conjunto del sector inamovible.

Más de sesenta años después de la Depresión, las librerías pueden devolver a las editoriales los libros que no han vendido sin perjuicio económico, una medida de emergencia destinada, entonces, a salvar a los libreros de la quiebra cuando la economía se colapsó y que en la actualidad sigue vigente a pesar de que las grandes cadenas de librerías se han convertido en gigantes muy rentables que empequeñecen, incluso, a las editoriales más grandes, y que han echado  del negocio precisamente a las librerías pequeñas e independientes a las que se quería proteger con la política de consignación. (Michael Korda; Editar la vida; pag. 281)

Sería interesante poder saber si hay diferencias importantes de devolución entre las distintas materias. Teniendo en cuenta que las condiciones del libro de texto de niveles obligatorios funciona con unas condiciones generales de comercialización, incluido lo relacionado a la devolución, distintas al resto de los fondos que se comercializan es lógico pensar que los porcentajes de devolución del resto de materias se mueven en porcentajes muy superiores a ese 29% que veremos en la tabla resumen.

Decía al principio que el tamaño sí importa porque todas las editoriales de mayor tamaño confirman que generan devolución con sus fondos, algo que no ocurre con una parte importante de  las editoriales medianas y pequeñas. Entre las medianas el 28,4% afirma no tenerla y este porcentaje en las pequeñas asciende hasta el 36,8%.

Nada parece ser capaz de contener estas cifras totalmente ilógicas en un sector que se quiera considerar adulto y maduro.

Una peculiaridad del comercio de libros ha sido la costumbre, establecida durante la Depresión en los años treinta, de que los ejemplares no vendidos pueden devolverse a los editores sin ningún cargo. Así pues, los libros se venden a cuenta. Como, por lo general, era imposible saber de antemano si un libro iba a venderse o no, los libreros no podían permitirse arriesgar su precioso capital en autores desconocidos sin una garantía por parte del editor. Los editores que no querían que sus clientes quebrasen, y de acuerdo con la práctica iniciada por Simon¬Schuster, accedieron a quedarse con los ejemplares no vendidos a cuenta de pedidos futuros. “Sale hoy. Vuelve mañana”, era el comentario de Alfred Knopf sobre esta penosa condición de venta. Los editores han aprendido desde entonces a cubrir el coste de las devoluciones inflando el precio de venta al público, de forma que sus compradores no sólo pagan el ejemplar que compran, sino una parte proporcional de los ejemplares devueltos a los almacenes de los editores para ser guillotinados y reciclados. En el futuro tecnológico, el problema de las devoluciones quedará eliminado en la medida en que los libros se impriman por encargo, a petición de los clientes, en lugar de ser impresos y repartidos en las librerías a la espera de que los clientes quieran o no comprarlos. (Jason Epstein; La industria del libro; pag. 105-106)

 

España. Comercio interior del libro. De 2006 a 2016. Algunas reflexiones. 6. Devolución de libros

Ya dejó escrito Gabriel Zaid que «el mayor costo de un libro es el costo de equivocarse» (Los demasiados libros; Anagrama, pag. 104).

Y si entendemos la devolución como una equivocación del editor en la medida en que el resultado inicial de su acción de editar es un ejemplar que no ha sido ni comprado ni leído, tendremos que concluir que el sector, entendido en su conjunto, parece no haber aprendido nada a lo largo de este siglo de sus equivocaciones ya que el porcentaje de devoluciones es superior en siete puntos porcentuales al del 2001.

No parece pues que algunas nuevas posibilidades como puede ser la impresión bajo demanda cale, según estos datos, en el conjunto del sector.

Cierto es también que la necesidad, lo digo pensando en las editoriales de menor facturación, parece obligar a tomarse las cosas más en serio y aunque ellas también tienen porcentajes superiores a los del año 2001 han iniciado ya hace tiempo un largo viaje de vuelta desde cifras que en su momento, año 2007, rondaron el 48,5% o, lo que es lo mismo, la mitad de la producción, al 19% actual.

No está de más recordar algunas reflexiones sobre las devoluciones:

El derecho a la devolucióndel sobrante que debiera ser uno de los grandes aliados de toda librería se está tornando, cada vez más, en un enemigo que, como un niño mal criado, nos extorsiona sin que seamos conscientes de ello. Los costes derivados de la gestión de devoluciones están perjudicando notablemente nuestra cuenta de resultados. Nuestro objetivo, el objetivo de todos a corto y medio plazo tiene que pasar por ser capaces de reducir nuestros índices de devolución. En la actualidad, los principales beneficiados con el derecho a la devolución están siendo las agencias de transporte. Y esto no deja de ser un enorme disparate. Es urgente dar una solución a este problema. (Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Si hay algo que caracterice la situación actual del sector es el exceso de producción editorial. Es este uno de los eternos debates de este gremio de la abundancia. Todos somos conscientes de que estamos ante un mal endémico que nos está atenazando y que empieza a tomar tintes dramáticos. La hiperinflación de novedades está generando desorientación en un punto de venta que es incapaz de distinguir entre grano y paja. Además genera desorientación en el lector que no es capaz de asimilar la enorme cantidad de información que recibe. Y bien es sabido que la desorientación no es buena consejera.(Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Jesús Badenes consideró ya en el año 2005 a las devoluciones como la mejor medida del fracaso de la industria editorial.

Parece que se sigue en muchas ocasiones predicando en el desierto.

 

Comercio Interior del Libro 2013 ¡La saga! -6

El lema del sector editorial en esta última década quizás podría ser:

¡SOBREPRODUCE QUE ALGO QUEDA!

¿Qué pensaríamos de un sector alimentario con un excedente de un 30% que se va a la basura?

Lo mismo deberíamos pensar quizás de un sector editorial que se mueve con esos márgenes de sobrante que porcentualmente y año a año siguen en aumento.

En el año 2007 y 2008 alcanzaron su cota máxima en el número de ejemplares.

En el año 2014 alcanza su cota máxima en porcentaje en relación a los ejemplares editados.

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Así que si en el 2005 Jesús Badenes ya consideraba al sector como ‘fracasado’ qué podría llegar a pensar ahora.

Dando la vuelta a lo que Manuel Gil escribe hoy con mucho tino sobre quién y por qué se reciben subvenciones en el ámbito de la industria, quizás convenga pensar que el sector editorial recibe pocas por su ineficiencia e ineficacia.

Otro factor importante para las editoriales es la tasa de devolución de libros, que se ha situado en el 27,6%, 5,4 puntos más que en 2001 y 7,6 más que en 2.000, lo que significa que de cada 100 libros distribuidos se venden sólo 72,4. Si además consideramos que una colocación corecta se sitúa aproximadamente en el 80% de la tirada del libro, tenemos que de cada 100 ejemplares impresos se colocan en el punto de venta 80 y se venden 58, lo que deja en el almacén 42 libros, algo menos de la mitad de la tirada. Las devoluciones y los costes logísticos que implican son uno de los grandes lastres financieros del sector. (Jordi Nadal y Paco García, Libros o velocidad; Fondo de Cultura Económica, pag. 114)

¿Comprar por comprar?

He terminado hoy el número 17 de Trama y Texturas en su versión papel.

Comentaré en entradas posteriores alguna otra cosa relacioada con lo que el número nos vuelve a regalar en esta ocasión.

En la entrevista a Alberto Vitale hay una respuesta que da que me genera una reflexión.

Dice:

Los editores se tienen que acostumbrar al poder de internet. Muchos de los libros  que se editan en formato digital en Internet se compran por impulso. Muchos de estos libros, o casi todos, nunca los leerán sus compradores. En la mayoría de las ocasiones lo que les importa a los compradores de libros es la posesión: «Tengo el libro y, eventualmente, lo leeré». Mientras tanto ha salido un nuevo libro, y otro, y otro…¡y lo compras!

Por contextualizar el párrafo conviene señalar que anteriormente está hablando del precio del ebook que él lo sitúa en un umbral máximo de 9,99 dólares.

Pero la reflexión es si en la industria del libro debe aceptarse el comprar por comprar, entendiendo además que mucha compra es para la no lectura tal y como él señala.

Si diéramos por bueno este punto de partida estaríamos aceptando la venta de ‘libros inconclusos’ cuando es habitual mantener por otro lado el discurso de que un libro está inacabado hasta quecada lector no termina su lectura o no se enfrenta a él.

En el mundo del papel podríamos decir que ya hay muchos ‘libros abortados’ equivalentes a las devoluciones que generan y que por lo tanto nadie leerá. Nos acercamos peligrosamente al 40%, quizás por no disponer de la ‘pildora postproducción’.

Parece que en el digital esta lógica así planteada sería más ‘malévola’ ya que aceptaríamos la compra de fetos=libros que nunca se leerán solo por el gusto de la posesión material-digital.

No tengo muy claro que este sea el cámino.

El tema del precio es ya otra discusión.

En cualquier caso y, Cambiando de tercio, hoy que he podido disfrutar de un rato de conversación con dos profesionales del sector a los que guardo respeto profesional, ¡cómo me sigue tirando el libro!, volvía a ser consciente por un lado de que es un sector que vive encastillado, encerrado hacia sí mismo, no lo digo por ellos, y que sigue viendo y viviendo, lo cual es ya peor, que el enemigo siempre está fuera de la muralla.

En fin…

Divagaciones sentimentales.

¿Ahorro editorial?

En todo caso, los editores ahorran en todo lo que pueden: en las tiradas, por ejemplo, más raquíticas cada año. Pero también en otros conceptos: papel, encuadernación (cada vez hay menos libros cosidos), anticipos, traducción (con tarifas congeladas desde hace mucho tiempo), corrección (cada vez más erratas), revisión, etcétera. (Manuel Rodríguez Rivero)

Aún así se sigue devolviendo cada vez más y más libros. Basta ver el último estudio de FANDE (tabla 53 pag. 57) o el del Comercio Interior de los editores (Tabla 52, pag. 82)

Con el libro a este paso nos empezará a pasar como con la industria alimentaria. Habrá que empezar a penalizar los excedentes en la medida que no cumplen su fucnión final, la de alimentar intelectualmente en este caso a la sociedad.

 

Librerías independientes. Aumenta su número en Estados Unidos

fermin-rocker-2.jpg Fermin Rocker

Leo hoy a la mañana una noticia en el estupendo servicio por correo electrónico diario que ha implantado hace unos meses Livres Hebdo (algunos contenidos requieren usuario y contraseña) en relación al aumento, por nuevas aperturas, del número de librerías independientes en Estados Unidos, 115 en el último año. Desde hace tres años este proceso es continuo. Me alegra la noticia porque entre otras cosas deja entrever que el mundo, los clientes, los nichos son más complejos de las lecturas lineales y simplistas que algunos nos quieren hacer que traguemos.

Me escribía hoy una persona a la mañana que espero no se moleste:

Comentario sobre… (omito el nombre del proyecto que va de novedoso y puntero). ¿Más de lo mismo? No hay nada que me sorprenda en ellos. Se maravillan, en el 2008 de una máquina de POD en bobina con la que yo me maravillé en el 2002. Tampoco nos han explicado con excesiva claridad qué aporta sustancialmente de nuevo Kindle como soporte y de repente parece que todo ha cambiado.

Quizás nos debamos maravillar más de las experiencias palpables que apuestan por centras en nichos y en dar servicio, esperemos. Probablemente estas librerías tendrán claro que la buena gestión no pasa por las devoluciones, sino por la selección previa.

Sobreproducción y devolución. Todo en ON

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Estaba pasando unos textos de Juan José Ginés responsable de compras de El Corte Inglés en lo referente a libros de una conferencia que pronunció en la UIMP en julio de este año y de la que ya hicimos en su momento una referencia.
Justo coincide con un comentario de Jesús sobre el asunto de las devoluciones.
Ahí van las dos referencias que me han llamado la atención. No son nuevas, pero también es importante ver quién va dejando el mensaje escrito.

El derecho a la devolucióndel sobrante que debiera ser uno de los grandes aliados de toda librería se está tornando, cada vez más, en un enemigo que, como un niño mal criado, nos extorsiona sin que seamos conscientes de ello. Los costes derivados de la gestión de devoluciones están perjudicando notablemente nuestra cuenta de resultados. Nuestro objetivo, el objetivo de todos a corto y medio plazo tiene que pasar por ser capaces de reducir nuestros índices de devolución. En la actualidad, los principales beneficiados con el derecho a la devolución están siendo las agencias de transporte. Y esto no deja de ser un enorme disparate. Es urgente dar una solución a este problema. (Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Si hay algo que caracterice la situación actual del sector es el exceso de producción editorial. Es este uno de los eternos debates de este gremio de la abundancia. Todos somos conscientes de que estamos ante un mal endémico que nos está atenazando y que empieza a tomar tintes dramáticos. La hiperinflación de novedades está generando desorientación en un punto de venta que es incapaz de distinguir entre grano y paja. Además genera desorientación en el lector que no es capaz de asimilar la enorme cantidad de información que recibe. Y bien es sabido que la desorientación no es buena consejera.(Juan José Ginés; UIMP; 11/07/2007)

Libros de urgencia

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«Es que ésta es la única industria que fabrica un producto que se devuelve». Así se expresa hoy Betariz de Moura en un breve artículo que aparece en El País y en el que, en parte añora el modelo alemán de distribución (el libro en 24 horas).

Parece también achacar a continuación que parte de la culpa la tienen las grandes editoriales cuando afirma que: «a las grandes editoriales les interesa la sobreproducción porque aumenta la probabilidad de tener un superventas».

Se me ocurren algunas reflexiones veraniegas, en este mes, en el que el nivel de novedades que llega a las librerías suele bajar:

– La primera es que sobreproducción y devolución son dos fenómenos que no tienen por qué funcionar al mismo ritmo. La devolución es generada por una situación actual de «no puesta de cascabel al gato» en el sentido de que los editores son, al fin y al cabo, los que deciden cómo quieren vender su producto. Ningún editor está obligado a enviar sus libros como novedad con derecho a devolución y el motivo inicial que justificaba esta modalidad no parece existir en este momento. Según Jason Epstein ello fue provocado en la época de la depresión: Una peculiaridad del comercio de libros ha sido la costumbre, establecida durante la Depresión en los años treinta, de que los ejemplares no vendidos pueden devolverse a los editores sin ningún cargo. El texto continua y lo reproducimos por su interés: Así pues, los libros se venden a cuenta. Como, por lo general, era imposible saber de antemano si un libro iba a venderse o no, los libreros no podían permitirse arriesgar su precioso capital en autores desconocidos sin una garantía por parte del editor. Los editores que no querían que sus clientes quebrasen, y de acuerdo con la práctica iniciada por Simon&Schuster , accedieron a quedarse con los ejemplares no vendidos a cuenta de pedidos futuros. “Sale hoy. Vuelve mañana”, era el comentario de Alfred Knopf sobre esta penosa condición de venta. Los editores han aprendido desde entonces a cubrir el coste de las devoluciones inflando el precio de venta al público, de forma que sus compradores no sólo pagan el ejemplar que compran, sino una parte proporcional de los ejemplares devueltos a los almacenes de los editores para ser guillotinados y reciclados. (La industria del libro ; 105-106).

– Si esto fuera así, en otras ocasiones se ha justificado esta modalidad para que todas las librerías tuvieran acceso a las novedades, estaríamos aplicando modelos de recesión para, teóricamente, una industria que quiere ser expansiva.

– Importante, también, la constatación y el peso en el elemento industria que hace Beatriz de Moura. La pregunta sería: ¿se están aplicando dentro del sector, entre los distintos elementos de su cadena, una lógica de funcionamiento de calidad industrial? Probablemente si ello fuera así no irían aumentando los índices de devolución que siguen creciendo año a año . (ver cuadro superior).

– Quizás la solución pase ya porque los libros no lleguen automáticamente a las librerías en servicios de novedades descontrolados. Si se dispone de la información del libro por qué no posibilitar la compra del mismo. ¿Quién está interesado en que se siga manteniendo el actual sistema? ¿quién gana?

– Es cierto que los grandes grupos, así parecen señalarlo los datos, generan más devolución. No creo, personalmente, que el motivo sea a más sobreproducción más posibilidad de superventas, sino, en todo caso, el mantenimiento, todavía de unas lógicas de «ocupación de espacio y de no dejar huecos al enemigo». De hecho, tal y como señala Sergio Vila-Sanjuán en el suplemento culturas de La Vanguardia de 1 de agosto Tusquets «crea
una nueva marca de bolsillo, Maxi Tusquets, distribuida por Random House Mondadori. No está claro si incluso en la era de la concentración la categoría goethiana de afinidades electivas constituye un argumento decisivo
«

– Lo cierto es que el sistema sigue igual, prácticamente, con lo cual a uno le da qué pensar ante tanto lloro, a veces, sin pañuelo. Los editores añoran otros modelos de distribución y, quizás, otras librerías. Los libreros añoran otros modelos de información editorial. Se sigue funcionando con mentalidad de mercado recesivo.

Devoluciones y balones fuera

El exceso de devolución que, en general sigue una tendencia al aumento no está debida ni motivada por factores externos, sino por desajustes internos serios y que dan la sensación de tener unos fines que nadie verbaliza con claridad.

Existen tecnología y medios para ajustar la oferta a la demanda real que no es lo que ocurre en estos momentos. El exceso de producción trae y arrastra nefastas consecuencias para el sector. Dificíl será mantener otros planteamientos libro-cultura sin seriedad interna.

Inicio de la temporada literaria

Los intereses y los puntos de atención en el sector del libro y en los medios de comunicación parecen ir cambiando-evolucionando de año en año.Por esta fechas y hasta años recientes, prácticamente el pasado, coincidiendo con las Fiestas de Bilbao-Bilboko Jaiak uno recuerda abrir los periódicos o los informativos y encontrarse ya en la vorágine de «la vuelta al cole» con opiniones varias y variadas sobre el costo y el valor que se daba al mismo de los libros de texto.

Con el tiempo esta «polémica» se fue difuminando, manteniendo la «vuelta al cole» su presencia, motivado por incluir en esa vuelta otros elementos que antes no parecían tenerse en cuenta (la ropa, el transporte, la alimentación, el material de papelería….), consiguiendo con ello no convertir exclusivamente al libro de texto en el único punto de las «iras» de los padres y, por otro, una medida más de fondo como está siendo la implantación de distintas políticas y modelos de gratuidad.

Aplicándose, quizás, el principio de que es mejor que hablen de uno, aunque sea mal, el sector del libro parece haber cambiado su foco de atención moviéndolo de la campaña de texto a la temporada literaria . Así parece que ahora en la temporada de otoño se inician los lanzamientos de peso, Saramago que habitualmente salía en la «colección de invierno tardía» (enero) adelanta su aparición este año.

Parece que vamos camino de estacionalizar trimestralmente la producción. Temporada de Primavera coincidiendo con el Día del Libro y el inicio de las Ferias. Temporada de verano para «libros refrescantes» y de viajes. Temporada de otoño, la estación decadente, para los lanzamientos de los grandes noimbres, quizá pensando en Lier, Guadalajara y Franfurt y Temporada de invierno que se inicia con el Premio Planeta para esa dimensión tan de «relación» como es el regalo navideño.

De ahí a los escritores de temporada y a la vanalidad y escasa duración de la moda sólo hay un padso. A partir de ahora hay una justificación ya para que los libros no estén más de tres meses en las librerías. Devolución por cambio de temporada.

Las devoluciones

Las devoluciones son la mejor medida del fracaso de la industria editorial. Si bien no hay datos objetivamente contrastables, homogéneos entre las distintas prácticas comerciales (no es lo mismo la realidad que describe el oxímoron de «venta en firme con derecho a devolución», que los depósitos), no es aventurado establecer que, a nivel sectorial, en los últimos diez años se han duplicado, pasando de niveles del 15% a niveles de alrededor del 30%. Este dato evidencia un fracaso en todos los términos. (Jesús Badenes; Grupo Planeta; Ponencia en el V Concreso de Editores)